La señora Haidi

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

La señora Haidi, codirigida por Daniel Alvaredo y Rafael Menéndez, cuenta una historia de suspenso claustrofóbico que, a pesar de intentar una mirada al género de terror sostenida en los climas, no logra ser un producto a la altura de lo que el público de este tipo de películas está acostumbrado.
María Leal es la señora Haidi, una ex enfermera que vive en un paraje aparentemente alejado, al cual, de improviso, arriban Pablo (Guillermo Pfening) y Mara (María Abadi), una pareja que sufrió un accidente automovilístico, volviendo de una fiesta, y que los dejó imposibilitados de continuar el viaje.

Haidi los ayuda a sanar las heridas y les ofrece cobijo pero, luego, descubre que ellos no son marido y mujer y que Mara es la amante de Pablo, lo cual parece llevar a Haidi a un estado de locura provocado, aparentemente, por su fanatismo religioso que no acepta el adulterio.

Aunque los directores del film intentan apoyarse en un primer momento en el factor claustrofóbico de un thriller psicológico, el clima no logra crearse nunca. Primero porque el exterior de la casa nunca se ve, con lo cual da la sensación de ser un caserón normal y no una casona en medio de la nada como los personajes repiten insistentemente. Por otro lado, las flojas actuaciones de la pareja principal (sorprendente en el caso de Guillermo Pfening que dio este año una sobresaliente performance en la película Nadie nos mira de Julia Solomonoff) no ayudan a que el espectador sienta nunca el encierro y la desesperación.

A medida que la trama avanza, la credibilidad va desapareciendo. El gore aparece de forma confusa cuando la señora Haidi parece cortar carne en una especie de matadero que tiene detrás de las paredes de la habitación de huéspedes. Las heridas de los personajes, severas minutos antes, ahora no son impedimento para los movimientos más forzados y las puertas abiertas en una escena no son salidas posibles en la escena siguiente.