La Salada

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un retrato sobre la inmigración y la soledad

El director argentino de origen taiwanés Martín Hsu cuenta tres historias de inmigrantes ambientadas en la famosa feria del sur del conurbano. Un retrato preciso sobre la soledad y la falta de oportunidades.

Una mirada desahuciada sobre la inmigración dispara tres relatos que tienen denominadores en común: el desarraigo, la soledad y la búsqueda de oportunidades laborales para subsistir en un medio que a los personajes no les es propio. Ambientada en la famosa feria de La Salada, ubicada en el sur del conurbano bonaerense, la película del cineasta argentino de origen taiwanés Martín Hsu, se presentó con éxito en la última edición del BAFICI y cuenta con premios en La Habana y de Cine en Construcción en San Sebastián.

A lo largo del relato se percibe un constante choque de culturas entre Oriente y Occidente, y los desesperados intentos por conservar costumbres en un medio que exige adaptarse rápidamente. De este modo desfilan un padre y su hija coreana que se preparan para un casamiento arreglado; un joven boliviano que acaba de llegar al país en busca de trabajo y un vendedor taiwanés de películas truchas -Ignacio Huang, el mismo de Un cuento chino- cuyo único contacto con su madre es un acotado llamado telefónico mientras busca una compañera para paliar sus extensas noches de insomnio y soledad.

Cada uno de ellos se topa con otros personajes a lo largo de la historia que, en mayor o menor medida, los transforma y les permite cambiar sus existencias. En el primer segmento se plasma la idea de la "conveniencia" que asegura un futuro económico alentador. La joven protagonista sigue el mandato paterno pero también encuentra su noche "agitada" con otro candidato occidental que no es el "elegido" para brindarle la felicidad.

En el segundo fragmento la posibilidad de subsistencia se abre ante el mundo gastronómico con la presencia de un "tío" de negocios "non sanctos". Por su parte, el último transmite angustia al espectador con el taiwanés capaz de teñirse el pelo para poder conquistar almas solitarias. Ahí aparece fugazmente el personaje a cargo de Mimí Ardú para brindarle contención. La cámara de Hsu recorta el constante movimiento y cambio de una feria en expansión y elige planos cortos para mostrar a estos personajes y sus peculiares historias.