La sal de la vida

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

El problema de repetirse

Luego de un alentador y aplaudido debut cinematográfico con su ópera prima Pranzo di Ferragosto (2008), el guionista y director Gianni Di Gregorio vuelve a la carga con otra comedia autorreferencial que también gira en torno a su problemática con el mundo femenino y exalta como parte de la crítica cultural ese modelo de personaje que va en contra de los rasgos de masculinidad y virilidad prototípicos del macho italiano, al someterse a la voluntad y capricho de las féminas que lo rodean.

En este caso particular y ya como síntoma de repetición aparece una vez más la figura de la madre castradora y demandante (Valeria De Franciscis Bendoni); la esposa (Elisabetta Piccolomini), la hija (Teresa Di Gregorio), la vecina que busca despertar el interés amoroso del protagonista (Aylin Prandi) y la aparición fugaz de un viejo amor (Valeria Cavalli) que servirán de pretexto para que el director italiano ensaye a partir de apuntes humorísticos algunas reflexiones sobre su existencia, teñidas de un dejo de melancolía.

El problema central de este segundo opus intitulado por la distribuidora local como La sal de la vida (título que no hace justicia al original Gianni y sus mujeres, menos comercial por cierto) es la sensación de que al realizador no le queda demasiado por explorar del microcosmos femenino y poco por reflexionar tanto en su carácter de director como de protagonista del derrotero de un cincuentón con muy poca vida propia, quien pese a los intentos de torcer su propia inercia cae rendido a los pies de la impotencia y de la constante postergación.

En materia cinematográfica y de puesta en escena es justo rescatar el estilo de frescura y despojo de formalismo que abrigan la propuesta de Gianni Di Gregorio de fuerte corte realista, quien ya dejara sus primaras marcas estilísticas en su debut aclamado por la crítica allá por el 2008.

Con esos reparos, sin embargo, la comedia cumple con su cometido a pesar de resultar excesivamente anecdótica y por ciertos momentos un tanto anquilosada en su propio estado de latencia.