La sal de la vida

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Esa frustración tan cotidiana

Con el estilo de las viejas comedias italianas, que en distintas épocas protagonizaron Alberto Sordi, Ugo Tognazzi, o Vittorio Gassman, "La sal de la vida" es una cálida y humorística historia sobre un cincuentón, jubilado, con esposa, hija y una madre posesiva.

Gianni Gregorio, en el triple papel de director, coguionista y actor, del que se vio no hace mucho "Un feriado particular", propone un relato ambientado en un barrio romano, que bien podría ser el Trastevere, en el que todos, en apariencia se conocen.

En ese colorido lugar de calles de veredas estrechas, coinciden amigos, vecinos y familiares y entre ellos Gianni, que así se llama el protagonista, lleva su rutina de "amo" de casa, con una paciencia asombrosa.

El hombre tiene que lidiar con su mujer, su hija adolescente, cuyo novio se instaló en la casa y su madre, que si bien vive en un viejo caserón y es una adicta al póker, lo reclama por cualquier tontería, como si él fuera su sirviente.

ENTRE AMIGOS

Pero como sucede en estos casos, siempre están los amigos que aconsejan al protagonista y en este caso es un abogado, que decide presentarle chicas, para que Gianni se reencuentre con el placer de un amor olvidado y salga de una buena vez de la asfixiante monotonía de reclamos y de pasear perros de la vecina.

"La sal de la vida" tiene una serie de personajes arquetípicos que sostienen una historia costumbrista, que se apoya en situaciones cotidianas.

Entre esos personajes se ubica la mencionada madre, que parece encaminar el destino de su hijo hacia una constante frustración; una amiga que es cantante lírica y se acaba de separar; la joven y seductora empleada de la madre, el yerno joven que ya no busca empleo porque dice que no lo hay y una vieja amiga, que parece entender al flamante jubilado y con la que él comparte algunos románticos encuentros.
Conmovedora, tierna y con un particular encanto que se desprende de sus personajes, el filme de Gianni Gregorio se disfruta a partir del carisma de sus magníficos actores, entre ellos el mismo director y la anciana Valeria Di Franciscis Bendoni como la madre.