La sal de la vida

Crítica de Daniel Castelo - Infonews

Una fallida comedia italiana

El guionista de la aclamada Gomorra, Gianni Di Gregoriom, presenta su segundo largometraje como director, en este caso en clave de amarga comedia y en torno a si mismo. "Gianni y las mujeres", tal la traducción de su título original, cuenta el derrotero de un hombre que a los 59 años enfrenta un presente de dudas y vacío no sólo ante lo que vendrá, sino ante los días que le tocan vivir.

Gianni y su madre.
Gianni y su madre.

Gianni está jubilado y casado con una mujer a la que prácticamente no trata, salvo para tomar recados para los mandados. A su vez, tiene a una madre octogenaria que gasta dinero sin tomar en cuenta faltantes y posibles bancarrotas, al tiempo que parece enredado en un entorno femenino con el que podría avanzar en una relación paralela, aunque siempre le falta el impulso para dar el primer paso y concretar.

El mandato social no dicho de un país (Italia) en el que el hombre se ve obligado a tener una amante, cuelga como una pesada mochila sobre los hombros de este hombre apabullado por una vida social gris y un futuro inmediato carente de cualquier tonalidad. Su propia impronta no suma a la causa, además de que la prisión que le significa todo lo que lo rodea no encuentra sociego ni siquiera en la deliciosa vecina a la que le pasea el perro, ni en sus ex parejas, ni en las amigas que le presenta su mejor amigo.

Gianni Di Gregorio, como el Nani Moretti de Caro Diario, como casi todos los alteregos de Woody Allen, se coloca en el centro de las miradas como un antihéroe sin solución, aunque, a diferencia de sus dos colegas, tropieza con un guión que a fuerza de sobreexposición reitera ideas y desemboca en una narración sin rumbo. La performance como actor de don Gianni es efectiva, a tono con el paso cansino de su personaje, aunque los problemas que el protagonista tiene con el entorno termina por calcarse en los lineamientos del guión, a merced de la simpatía que este pobre hombre atiborrado de sinos despierta en el público, sin mayor brújula para que el barco finalmente llegue a puerto.