La sal de la tierra

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Win Wenders es un favorito del cine mundial, desde sus viajes a los cielos para contar historias de ángeles hasta su sensibilidad para retratar el arte y a la persona detrás (basta con recordar “Pina”). Su capacidad para la fotografía en cine es impecable y tanto es así que juntarlo con la obra y vida de un reconocido fotógrafo como Sebastiao Salgado, parece orgánico y lógico.
Con un cuidadoso uso de la voz en off, el documental empieza llevándonos a lugares exóticos, a rincones de la cámara de Salgado que no estábamos acostumbrados a ver y siempre contando como un mantra que lo que verdaderamente importa en la fotografía es la luz y la luz es con lo que uno pinta ese universo. Pero nada es tan sencillo si no hay vida. Con toda su crueldad, la Raza Humana termina siendo la Sal de la Tierra y a través de su maravilloso ojo, vamos descubriéndola.
En ese sentido, alternar entre la iluminación en blanco y negro y los colores, los personajes mirando a cámara y el hecho que en la cocina del guión esté su propio hijo, van haciendo un relato entrañable, íntimo donde cada foto viene acompañada del testimonio de quien la tomó y así es un retrato profundo de lo que es la Humanidad para él. Este es probablemente el mayor acierto del film: te hace parte, te interpela, espiás a la familia entera y a todo el sentido de esta elección de vida para ellos. Desde acompañar a sus viajes, hasta reforestar una parte del Amazonas. Si hablamos de crear personajes, el hecho de reconocer su pasión por las fotografías, que dejó un próspero trabajo en un banco para seguir su pasión y el hecho de que su mujer y su hijo lo hayan acompañado apoya esta idea de recortes de una carrera, de una vida, de una mirada. No tenés otra chance que quererlos. Te dejaron sin opción.
El documental, así, se relata como un cuento redondo, profundamente estético y uno sigue las altas y bajas de la carrera junto con él: su primera etapa en la que nos mostraba lo más terrible y lo más bajo y el Génesis, donde volvemos a creer en una salida. Pero sobre todo es una filosofía sobre cómo construimos el mundo que habitamos y sobre cómo lo vemos. De una duración más extensa de la que acostumbramos en documentales pero que valen cada minuto. Y valen para ver en sala. Con esa paleta de colores, Wenders y Salgao hacen una nueva Creación del mundo.