La sal de la tierra

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Nominada en los últimos premios Oscars y con un reciente paso por el Green Film Fest en Buenos Aires, la película dirigida por Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado es una oda al padre de éste último, el fotógrafo Sebastião Salgado. De manera poética, no sólo a través de imágenes (el film está compuesto en su mayoría por sus fotografías pero hay algunas pequeñas escenas y testimonios grabados para el film), La sal de la Tierra es un recorrido por la obra de un fotógrafo que una vez que descubre las cosas que puede hacer con la cámara no puede dejar de sacar fotos. Pero así como es fotógrafo es viajero, y ambas pasiones lo llevan a descubrir diferentes partes del mundo, lo mejor y lo peor de él.
Las fotografías de Salgado son de una belleza innegable. Los colores, las sombras, la composición, en fin, el ojo que tiene le ha permitido capturar diferentes tipos de momentos. Es así que el film va pasando, con una estructura pensada a nivel narrativo, por las diferentes etapas en las que Salgado va transitando con su arte, desde fotografías de personas hasta los paisajes y aquellos más cercanos a la naturaleza. Pero también es cierto que hay una decisión de dedicar más o menos tiempo a determinados momentos.
Y mientras el film comienza y termina con un tono más bien optimista, en el medio llega a su viaje por campos de refugiados y allí captura momentos dignos del fotoperiodismo de zonas de conflicto. Es en ese momento, el más impactante, donde decide quedarse la mayor parte del film. Pasar a través de cientos de imágenes que sí, son estéticamente bellas, pero difíciles, muy duras de ver. Se podría uno poner a pensar en la eterna discusión sobre qué es bello, lo morboso, hasta qué punto es necesario mostrar (y ver) tanto una misma situación, pero lo cierto es que la mirada de Salgado es muy alejada a lo visto generalmente en los medios de comunicación. Wenders y Salgado repasan así medio siglo de historia de la humanidad, pero en esa mitad se quedan un poco estancados.
Por suerte, ya cerca del final, Salgado, que durante toda la película nos permite entrar no sólo en su arte sino en su mundo narrando en off historias de las fotografías que vemos, halla un halo de luz cuando comienza a fotografiar a la naturaleza en su mayor esplendor y a poner su granito de arena para con el medio ambiente, y el film se tiñe de un optimismo honesto. Quizás lo menos logrado del film radique en algunas metarreflexiones que se sienten muy armadas, un poco artificial.
Sin dudas un film que es toda una experiencia en sí, difícil, impactante, bello, inolvidable.