La residencia

Crítica de Marcelo Cafferata - LúdicoNews

Filmada en plena pandemia, se estrena “LA RESIDENCIA”, una película dirigida por Fernando Fraiha: conocido por “La Venganza” (2016) y director de algunos capítulos de “Bajo la mirada de nadie”, la delirante historia de un ángel desobediente que muestra el lado B del cielo divino.

Basada en la novela “Cordillera” de Daniel Galera, el nuevo filme de Fraiha tiene dos fuertes protagonistas que avalan esta coproducción. Representando a la Argentina, Darío Grandinetti se pone en la piel de Holden, quien dirige una residencia de escritura ubicada en lo profundo de la Patagonia. Entre los pocos elegidos que asisten esta temporada se encuentra Ana (interpretada por la actriz brasileña Débora Falabella, estrella del mundo de las telenovelas, reconocida por su papel en “Avenida Brasil” y en “La fuerza del querer”), quien intentará en esta clínica de escritura poder finalizar su propio proyecto de escritura, una novela corta llamada “Violeta”.

“LA RESIDENCIA” explora de diversas formas pero más inclinada al ritmo de thriller psicológico, el acercamiento al mundo creativo de la escritura, la composición de los personajes, las tramas literarias (que hacen por supuesto espejo en el mundo del cine a través del guion) y cómo llegar desde la propia dramaturgia al mundo de la ficción que vive en cada personaje.

Obviamente son muy pocos los elegidos para esta particular residencia en el fin del mundo y allí llegarán cada uno de ellos con sus proyectos de escritura para entregarse a los caprichos de Holden, quien despliega métodos sumamente particulares para acercarse al hecho narrativo con cierto despotismo y crueldad. Fundamentalmente sostiene que cada uno de los que participen en sus talleres deberá abandonar sus propias identidades para ir confundiéndose tanto emocionalmente como psicológicamente con sus propios personajes y con el devenir de las historias que cada uno de los escritores tiene planteada en su cabeza.

Cada uno de los escritores participantes de la experiencia irá viviendo esta consigna a su manera. En particular, Ana comienza a sumergirse en esa borrosa línea entre realidad y ficción donde se confundirá con Violeta en ese intento de amalgamar sus propias vivencias con el mundo de ficción que le propone esta nueva mirada creativa. Pronto ya no podrá controlar este proceso y comenzará a sentir el desequilibrio de que todo se va saliendo de su control y poniendo su mundo en crisis.

El guion del propio Fraiha e Inés Bortagaray parte de una premisa interesante sobre los laberintos del proceso creativo y la complejidad de dar a luz un texto: con un tópico que permanentemente se pone en crisis sobre la posibilidad del autor de despegarse de su propia biografía frente al acto de escribir, cuánto puede crear libremente un escritor sin que haya algún trazo que tenga que ver con su propia realidad.

Hay varios elementos que crean en “LA RESIDENCIA” una atmósfera particular: filmada en Ushuaia, la sensación de “encierro” y de ascetismo, de falta de contacto con la sociedad, se hace muy presente. Los diálogos confesionales y un elenco que es funcional a la propuesta, también suman a ese clima particular en el que debe desarrollarse la historia (Mariano Sayavedra como Sergio y Pablo Sigal como Estéban tienen roles muy destacados) con un halo de enigma y de misterio que va in crescendo.

Grandinetti se apropia totalmente de su Holden y una vez más brinda una composición brillante y Falabella tiene muy claro cómo mostrar la vulnerabilidad de Ana y su dualidad con Violeta. El contrapunto entre ellos y la tensión sensual que va generando el relato, va sumando a una construcción interesante, que sólo sobre el tramo final peca de previsible y no logra dar una vuelta de tuerca final ingeniosa para cambiar el curso de lo que era demasiado obvio.

De todos modos, la apuesta de Fraiha por un clima diferente y la producción de ideas que van sembrando cada uno de los escritores dentro de su residencia, pueblan el relato de diversas experiencias creativas que hacen que “LA RESIDENCIA” sea un producto diferente, que no se parezca a nada de lo visto últimamente en el cine nacional.