La región salvaje

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Misterios de la libido

Y pensar que hubo una época en la que tuvimos una verdadera legión de films de terror y ciencia ficción en los que el sexo constituía una parte central del desarrollo conceptual, siempre vinculado a la dinámica de poder de los personajes o a la violencia latente o simplemente a una suerte de instinto que desconoce las máscaras sociales que las personas suelen construir con el objetivo de agradar al otro. La Región Salvaje (2016) es en esencia un producto concebido para el circuito de festivales cinematográficos internacionales ya que pondera un ritmo cansino y una fotografía preciosista por sobre la efervescencia del gore y el coito, lo que por cierto nos deja con una obra que no agrega nada nuevo en su rubro aunque por lo menos resulta pasable, pudiéndose además festejar el mismo gesto por detrás de pretender recuperar algo del erotismo y ese extrañamiento narrativo de antaño.

Desde el vamos conviene aclarar que esta película mexicana es una remake no oficial de Posesión (Possession, 1981) y hasta está dedicada -entre a otras personas- a Andrzej Zulawski, el realizador polaco responsable de aquella extraordinaria propuesta en la que se cuestionaba la sustentabilidad del matrimonio, un contexto social opresivo y el amasijo de los celos y sueños rotos acumulados a caballo de la rutina. Aquí también la insatisfacción y la ley del deseo son los ejes del relato: Alejandra (Ruth Ramos) posee dos hijos pequeños y está casada con Ángel (Jesús Meza), quien tiene un affaire homosexual con el hermano de la mujer, Fabián (Eden Villavicencio), un enfermero que conoce en su trabajo a Verónica (Simone Bucio), una joven que a su vez mantiene relaciones con un monstruo espacial lleno de tentáculos que está en una granja al cuidado de una pareja de personas mayores.

Como el engendro/ máquina del placer suele cansarse rápido de sus amantes, Verónica se siente en la obligación de buscar un reemplazo para ella misma y así lleva a Fabián a la finca, pero el encuentro íntimo deriva en que poco después se descubra al enfermero desnudo y con su cráneo fracturado en un pantanal, ya en coma. Alejandra se entera por el celular de Fabián de la infidelidad de Ángel, lo que provoca el arresto del hombre como sospechoso del ataque sexual y los golpes contra el enfermero convaleciente. Por supuesto que eventualmente Verónica termina acercándose a Alejandra y llevándola con el prodigio amatorio símil molusco, generando una nueva adicción a una cópula que cuando sale bien es celestial pero cuando sale mal desemboca en una buena tanda de porrazos que pueden matar, metáfora del deleite de la promiscuidad y asimismo de su peligrosidad para la vida.

Más allá de que La Región Salvaje sigue al pie de la letra los tópicos de Posesión, a decir verdad se enrola en una extensa seguidilla de películas que utilizan a la violencia sexual o a la cacería lisa y llana -sirviéndose del cuerpo como cebo- como un factor más o menos importante dentro de su estructura narrativa, pensemos para el caso en Humanoides del Abismo (Humanoids from the Deep, 1980), Galaxia del Terror (Galaxy of Terror, 1981), Inseminoid (1981), El Ente (The Entity, 1982), Xtro (1982), Con la Bestia Dentro (The Beast Within, 1982), Especies (Species, 1995) y Under the Skin (2013). El director y guionista de turno, Amat Escalante, construye un opus que se ubica en el mismo terreno del “shock festivalero” de su trabajo anterior, la también potable Heli (2013), una dupla que supera a sus dos primeros y bastante flojos films, Sangre (2005) y Los Bastardos (2008). Entre CGIs muy interesantes y un desarrollo previsible aunque atractivo, la trama examina los misterios de la libido y su régimen conceptual, en donde el roce y la penetración excluyen cualquier atisbo de igualdad, corrección política o preocupación por dimensiones como la familia, el trabajo o los amigos, todos pesos muertos para la ansiosa genitalidad…