La reencarnación

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

Sin Consciencia de Género

La Reencarnación es un film cuyos primeros minutos prometen mucho. No precisamente por tener una puesta en escena magistral ni mucho menos sino porque plantea una vuelta medianamente novedosa al subgénero de posesiones y cualquier bebida es un elixir en el desierto.

Incarnate (la traducción del nombre es una vez más, pésima ya que no hay tal cosa como reencarnaciones en el film) presenta a un científico que realiza exorcismos metiéndose en la mente de los poseídos mediante tecnología bastante básica. Esa premisa, cuyas bases se encuentran más fácilmente en el cómic que en el cine se desarrolla lamentablemente en un guión lleno de fisuras. Quedan tantos baches en el relato que plantea Brad Peyton que se reduce al espectador a sólo dos posibilidades: O se completan esos baches con conjeturas para darle coherencia a algo que no la tiene o se elige tomar distancia aceptando que no se va a poder tener nunca empatía ni con los personajes ni con los hechos.

La caracterización de los personajes es prácticamente nula, hecho que la hace fallar cuando empieza a juguetear con el thriller sobrenatural. Las reglas mágicas que establecen el universo diegético del film, por su parte, no tienen ningún tipo de desarrollo, razón por la cuál tampoco funciona cuando pretende sumergirse en el horror.

Brad Peyton demuestra un alarmante desconocimiento sobre el género que aborda.
La compañía encargada del film es la Blumhouse Productions que encontró un cómodo y barato método de producción para generar franquicias de horror y que tiene a sus espaldas éxitos comerciales como Actividad Paranormal, La Noche del Demonio, The Purge y Sinister. Por supuesto, las falencias de La Reencarnación pueden encontrarse también en todos estos films “exitosos” con la diferencia que, en este caso, al no tener un director que mínimamente comprenda algunos de los códigos del género, el molde estructural queda expuesto.

La Reencarnación es una rara mezcolanza que coquetea con temas que pareciera no entender del todo y se juega a innovar en un subgénero del que desconoce sus más logrados exponentes.