La red

Crítica de Carlota Moseguí - Otros Cines

El director de Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera abandona la truculencia tan habitual en su cine para un film bastante más austero en el que se mete de lleno en el conflicto político (e ideológico) entre las dos Coreas.

El autor surcoreano, que en 2012 consiguió el León de Oro en la Mostra de Venecia con Pietà, estrenó en la nueva sección Cinema nel Giardino de la edición 2016 del festival italiano su primer drama político sobre la reunificación imposible de las dos Coreas.

El protagonista de La red es un pescador norcoreano que termina en Corea del Sur por una broma del destino. El motor de la lancha de Nam Chul-woo (Ryoo Seung-bum) se avería durante una de sus redadas matutinas en el Mar del Sur. Tras el incidente, la corriente arrastra la barca del comunista patriótico hacia el país vecino, sembrando el conflicto político entre las dos naciones. Acusado de espionaje, el norcoreano tendrá que someterse a un interrogatorio para probar su inocencia.

Llama la intención que este gran experto en filmar torturas sin pudor haya rodado el 90 por ciento de las agresiones del interrogatorio en fuera de campo. Si bien la filmografía tardía de Kim Ki-duk se ha caracterizado por el grado excesivo de violencia que contenían sus imágenes, en La red ocurre lo opuesto. El autor de Hierro-3 se reconcilia con su anterior etapa, apostando por una representación de la brutalidad humana que ya no es un elemento principal, sino secundario; diríamos, incluso, auxiliar para desarrollar otro tema de mayor trascendencia.

Sin ese componente violento que monopolice la ficción, La red deviene una interesante ridiculización de la dictadura de Corea del Norte y, a su vez, una denuncia de la falsa libertad en la que se fundamenta el sistema capitalista. Kim Ki-duk hace cristalizar dicha idea en un diálogo que mantendrán una prostituta surcoreana y el pescador forastero. La mujer confiesa que, en un país capitalista como el suyo, la ‘libertad’ –aquello de lo que carece el norcoreano– es menos útil para sobrevivir que tener dinero.