Chef: La receta de la felicidad

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Receta algo conocida

He aquí una variante gastronómica del sueño americano, con elementos pluriculturales y, por suerte, sin agitación de banderas ni ostentación de millones. El triunfo final será conciliador y simpático. Eso está bien. Agrega un remate inverosímil, innecesario, que puede ser criticable, pero no molesta.

Para llegar a esto, la historia reúne al chef del título, gordo grandote, de probable ascendencia cajuna, con sus asistentes latinos (el amigo leal y el chanta querible), su ex esposa también latina y de buen pasar, una amiga camarera con cama adentro, el suegro salsero residente en Little Havana, y otros cuantos comedidos, incluyendo a otro ex marido de su ex esposa, un policía cholulo y unos texanos con parador en la ruta. Los únicos malos son el crítico culinario que llega una noche al restaurante donde el chef trabaja, y el dueño del restaurante, que no le deja hacer innovaciones. Resultado: el crítico escribe que el menú carece de creatividad. Doble pelea y cambio de vida. A empezar otra vez desde abajo.

Y acá empieza también algo distinto: el camioncito de sánguches cubanos, la inesperada popularidad via Twitter y Youtube, el reencuentro con la libertad de los caminos en gira moderadamente triunfal, el entusiasmo del hijo de diez años que viaja con él ¡y trabaja a su par! Qué tanto hablar de explotación infantil: el sueño americano se concreta trabajando desde chiquitos. Además se manda un traguito de cerveza. Estos detalles contribuyen a singularizar la película. Que, por el resto, es bastante estandarizada, con figuras estereotipadas y comidas atractivas muy poco recomendadas.

Autor e intérprete, Jon Favreau, que después de dirigir "Cowboys & aliens" y cosas semejantes vuelve al cine de apariencia indie y sugiere una reflexión sobre su papel de creador cinematográfico frente a productores y críticos. De guarnición, John Leguizamo, Bobby Cannavale, Sofía Vergara, Gloria Sandoval. Laterales, Dustin Hoffman y Oliver Platt. En mínima dosis, casi sin que podamos apreciarle el sabor, aparece Scarlett Johansson.