Chef: La receta de la felicidad

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Familiar y divertido plato en pantalla

El director de la saga Iron Man se pone tras la cámara y protagoniza esta película que narra la historia de un hombre que estalla tras las críticas de un experto a uno de sus platos y decide darle un giro a su vida, en un camión/cocina.

Hace poco más de un año llegaba a la cartelera local El chef, una comedia industrial rústica y fallida de Daniel Cohen protagonizada por la estrella francesa Jean Reno. En ese momento daba la sensación de que, en la relativamente nueva obsesión por la comida en el cine de ficción y el documental –también en la televisión, en los libros y en un larguísimo etcétera–, se había llegado a un punto de saturación.
Sin embargo, las historias ambientadas entre cacerolas humeantes, genios de mal genio y romances gestados al costado de platos moleculares y osobucos resignificados, parece que siguen siendo un material apetecible para los realizadores, como Jon Favreau, que de la saga Iron Man y Cowboys & Aliens, escribe, dirige y protagoniza Chef: la receta de la felicidad, una comedia dramática simpática, que en buena medida logra eludir los transitadísimos tópicos del subgénero.
Carl Casper (Jon Favreau) es un cocinero que estalla un día luego de que el crítico culinario Ramsey Michel (Oliver Platt) escribe en un blog una reseña devastadora sobre su cocina, a la que acusa de obsoleta. Por supuesto, el ataque de furia queda registrado en las redes sociales y Riva (Dustin Hoffman), el verdadero responsable del menú oxidado y sin riesgo, lo despide por el exabrupto. Sin trabajo, con una ex esposa a la que sigue queriendo (Sofía Vergara), el protagonista encara un nuevo camino laboral a bordo de un camión donde, junto con su amigo Martin (John Leguizamo), aplica la cocina de autor a las comidas rápidas, ayudado por su hijo preadolescente que lo instruye sobre las bondades de Twitter para limpiar su imagen.
Suerte de cuento de Navidad anticipado, Chef: la receta de la felicidad es una road movie gastronómica que está atenta a las líneas narrativas que se vienen repitiendo en las películas que tienen como centro del relato a la cocina, pero se desmarca al incursionar en cuestiones como la crisis de la mediana edad, la realización personal, la relación con los hijos y el tiempo necesario para fortalecer el vínculo, además de las segundas oportunidades.
Y es ese camino elegido el que marca la diferencia con los films que lo preceden, con un artesano que tiene oficio y sabe narrar –qué duda cabe después de trabajos con una sorprendente medida humana para la mastodóntica saga Iron Man–, la participación de amiguitos como Scarlett Johansson, Robert Downey Jr. y Andy García, que hacen lo suyo y se divierten, para conformar una película familiar, como las de antes, liviana pero disfrutable y sin pretensiones.