La razón de estar contigo

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

La razón de estar contigo: desde los ojos del perro
Lo nuevo de Lasse Hallström es una "película de perros", estructurada por la voz en off de los pensamientos del canino

Una de perros, que empieza citando lo más parodiable del cine de Terrence Malick del siglo XXI, con preguntas en off como "¿cuál es el sentido de todo esto?" mientras vemos algo de pasto. Estamos ante una película estructurada por la voz en off de los pensamientos de un perro. En realidad del "alma" de un can, que reencarna en diferentes cuerpos de perros a lo largo del tiempo. Muere un perro, y nace otro, pero es el mismo, y con memoria de sus vidas pasadas. La razón de estar contigo cuenta con las posibilidades de intentar emocionar a cada rato, pero durante casi toda su extensión se dedica a caer más y más bajo mediante extorsiones básicas: música artera, situaciones gruesas de alcoholismo, accidentes, despedidas. El segmento de "perra policía con policía latino en Chicago" este epígono de Mira quién habla toca fondo: la tosquedad se destaca incluso en un relato de cero sofisticación y cero refinamiento. Y cuando ya casi no hay ninguna esperanza de recato o salvataje alguno, el final propone a Dennis Quaid como protagonista humano, y la película se encauza en lo -a estas alturas- sanamente convencional y lacrimógeno, un poco más parecido al cine que a los manuales de autoayuda. El director es el sueco Lasse Hallström, quien supo llamar la atención del mundo con El año del arco iris, pasó a Estados Unidos con buenas perspectivas con Mi querido intruso y ¿A quién ama Gilbert Grape?, y luego entró en una espiral de blandura y decadencia difícil de entender.