La Purga por siempre

Crítica de Rodrigo Seijas - Funcinema

EN LAS FRONTERAS DE LA CORRECCIÓN POLÍTICA

A esta altura, los problemas de la franquicia de la franquicia de The purge -conocida en la Argentina inicialmente como La noche de la expiación, luego como 12 horas para sobrevivir y ahora (quizás) como La purga– ya son endémicos. Las dificultades se repiten y consisten básicamente en lo siguiente: las ideas, a menudo ingeniosas o con bastante potencial, no son ejecutadas a la misma altura. De ahí que no sorprenda que La purga por siempre no pase nunca de un nivel discreto, aún en sus mejores momentos.

En esta nueva entrega, los Nuevos Padres Fundadores han retornado al poder e inmediatamente restauran la Purga anual. Sin embargo, las cosas no salen como se esperaba, ya que un grupo de gente, a lo largo y ancho del país, se convencen de que la matanza no debe terminar al amanecer y, en cambio, tiene que continuar de forma ininterrumpida, hasta sacarse de encima a cualquier sector indeseable. El relato se focaliza entonces en una familia de rancheros de Texas y un grupo de inmigrantes mexicanos que trabajan con ellos, que deben emprender una huida desesperada hacia la frontera con México. Los caminos migratorios se invierten, mientras todo el territorio estadounidense entra en caos, con las fuerzas del orden desbordadas y los partidarios de una purga eterna cometiendo crímenes por doquier.

Si el planteo es interesante a partir de cómo le da una vuelta de tuerca a la premisa distópica de la saga, también es riesgoso por cómo deja todo abierto para una discursividad marcada por aspectos obvios de la corrección política. Y lo cierto es que el film de Everardo Gout, casi desde el comienzo, entra en casi todos los lugares comunes posibles, presentando mexicanos de intenciones puras, recontra laburantes, solidarios entre sí y con los demás; blancos sureños resentidos y racistas hasta rozar la caricatura; o a lo sumo personajes (de diferentes procedencias) que tienen muy claro todo lo que está bien o mal en Estados Unidos, y que ya hemos oído hasta el cansancio. La voluntad de quedar alineada con la agenda completa de la corrección política -que incluye bajadas de línea feministas, que se suman a las socioeconómicas y migratorias- prácticamente toman de rehén a la película, como cobertura culposa y solemne para el despliegue de violencia gratuita.

Toda la carga ideológica -que no esquiva varias contradicciones y facilismos en su retrato de las relaciones entre clases sociales- conspira en demasía contra un relato que, mal que mal, se logra sostener como thriller de acción. Hay que reconocerle a Gout algunos hallazgos de puesta en escena, como la de un caótico recorrido a pie de los protagonistas por las calles de la ciudad El Paso, donde la utilización del plano secuencia, las sombras y el fuera de campo construyen una secuencia de marcada tensión y dinamismo. Sin embargo, por más que La purga por siempre quiera mostrar originalidad en su apuesta, termina por hacerse predecible y ya en los últimos minutos se le agotan las ideas, hasta arribar a un cierre demasiado tranquilizador. Tampoco llega a extremos molestos o irritantes, pero es una nueva muestra de una franquicia cuya inventiva es limitada y sus resultados definitivamente superficiales.