La Purga por siempre

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Después de una cuarta parte floja (de una saga que mantuvo sus dos primeras a un mismo nivel y que a partir de la tercera empezó a decaer por falta de ideas), la quinta entrega de La purga, creada por James DeMonaco y producida por Jason Blum y Michael Bay, reaviva el pulso narrativo que la instaló como una de las franquicias de acción y terror más políticamente críticas de la última década.

Esta vez, la purga anual impuesta por los Nuevos Padres Fundadores de América se traslada a la frontera entre Estados Unidos y México, lo que la conecta con toda una tradición de thrillers fronterizos ligada, a su vez, al western, el género máximo del cine norteamericano. Por lo tanto, en las 12 horas nocturnas para sobrevivir habrá mejicanos que intentan vivir tranquilos en el país vecino y norteamericanos que quieren matarlos.

El terror de estas distopías pasa por el hecho de que no se alejan demasiado de la realidad del país del norte, donde la política con los inmigrantes o el racismo hacia los afroamericanos llegan, a veces, a la violencia extrema. Es por eso que el principal acierto de La purga por siempre es que no ubica la acción en un futuro próximo como en la primera entrega, para dar a entender que la historia transcurre en el presente.

Como su título lo indica, la novedad de esta quinta entrega es que la purga no termina cuando se cumplen las 12 horas que los gobernantes ordenan para que los ciudadanos salgan a las calles a delinquir o a asesinar sin sufrir consecuencias legales, sino que continúa cuando varios grupos de supremacistas enmascarados deciden expandirla a todo el país por tiempo indeterminado.

Si bien no deja de ser un filme de fórmula, el director mejicano Everardo Gout aprovecha el aceitado guion de DeMonaco para filmar escenas ingeniosas, en las que la balacera salpica sangre a la cámara y las trampas mortales producen más de un salto de susto en la butaca.

Gout muestra a hachazos la violencia que sufren los inmigrantes ilegales, lo que puede entenderse como una denuncia a las pasadas políticas de Donald Trump. Sin embargo, enmarcarla en una crítica al trumpismo es un facilismo interpretativo, ya que La purga por siempre se acerca más a una crítica a la cultura política de Estados Unidos antes que a un gobierno en particular.

Ana de la Reguera encarna a Adela y Tenoch Huerta, a su esposo Juan, la pareja que logra cruzar el muro para conseguir trabajo en Texas. La primera como supervisora de un frigorífico y el segundo como peón en un rancho de una familia adinerada. El jefe de la familia para la que trabaja Juan, Dylan Tucker (Josh Lucas), desprecia al mejicano. Pero el padre de Dylan, interpretado por Will Patton, es más comprensivo y le explica a Juan que los que participan en la purga son funcionales a los intereses de los que mandan, ya que lo único que estos quieren es que los ciudadanos entren en una guerra civil y se maten entre ellos.

La purga por siempre pone en escena a personajes de distinta clase social uniéndose para luchar contra el verdadero enemigo, en una aguerrida película de acción texana con mucho gore y momentos de muertes creativos. Y este es el otro acierto de la película, que valora mucho más la amistad, la familia, el involucrarse y el darse cuenta de que el resentimiento y el odio son contraproducentes para alcanzar el bien común.