La protagonista

Crítica de Gastón Dufour - Sin Subtítulos

La crisis, la idea falsa de la notoriedad y el éxito (empujadas la mayoría de las veces por la presión externa que reclama triunfo), son algunos de los temas que aborda “La protagonista”, la película de Clara Picasso que se estrenó ayer. La personificación en carne y cuerpo de Rosario Varela, la actriz que interpreta a Paula, el personaje cuya historia nos trae aquí, refleja la idea de la presión (y la propia mirada) sobre el reconocimiento y el “deber ser”, un deber ser agobiante, agotador, un deber ser que siempre es para otro y no para satisfacer las necesidades propias.

La revisión desde el planteo y el guion de la directora no podría ser mejor. Tiene momentos de incertidumbre, de desconcierto, de dudas que parecen no tener fin, en un camino casi desequilibrante, que hace que cada uno de nosotros, a la hora de procurar cumplir con estos requisitos sociales de éxito, termine tambaleándose en su propio miedo, y, a veces, cayendo a un vacío emocional infinito. Una de las preguntas más fuertes que nos hacemos es cuándo dejar de insistir en algo que, a todas luces, parece no funcionar. Tal vez en ello se nos esté yendo la vida y no lo sepamos. Si cada una de las personas que asiste a “La protagonista” puede ver el proceso por el que el personaje transita, y además de ello logra ver su propia realidad en estas circunstancias, será también un logro del film, trasmitiendo un mensaje que atraviesa la pantalla, aún cuando no haya sido la idea inicial.

La puesta general es cuidada en función de la necesidad de mostrar al personaje y ese agobio del que parece no poder salir, y los planos que acercan al espectador a la protagonista, que la exponen a un punto en que no dejan nada que no se pueda saber en ese rostro que parece impávido pero es todo lo contrario, aunque guarde para sí misma, en su mirada, su propio miedo e inseguridad ante lo que vendrá.

“La protagonista” es una película profunda desde su planteo, es íntima sin dejar de incorporar a quien observa y sentirse en reflejo de una mujer expuesta a las dudas y exigencias externas. Alguien que todos somos. O podemos ser.