La princesa y el sapo

Crítica de Sergio Salas - A Sala Llena

La Princesa y el Sapo representa la vuelta de Disney a la animación tradicional en 2D, a pesar de que habían anunciado que Vacas Vaqueras sería la última película de ese estilo. ¿Quién decidió volver a la animación clásica? John Lasseter, que a partir del 2006 y después de la compra de Pixar por parte de Disney, pasó a ser uno de los líderes del departamento de animación y trajo de regreso a los directores de clásicos como Aladdin y La Sirenita (que habían sido despedidos antes de la adquisición de Pixar).

La película está basada libremente en el libro La Princesa Rana, y es la primera película de princesas Disney en que la protagonista es de herencia afro-americana. Transcurre alrededor del año 1920 en Nueva Orleans (la ambientación es perfecta) y el jazz además de ser el género musical reinante en la película es el mayor protagonista, al punto que, entre los personajes secundarios (uno, constituye un claro homenaje al gran Louis Armstrong) tocan instrumentos y son fanáticos de ese estilo.

Es un clásico automático de Disney, tiene todos los elementos que hicieron de sus animaciones anteriores grandes éxitos incluyendo algunas escenas que recuerdan a historias como la de La Cenicienta (sin perder por esto originalidad en la trama) y musicales al mejor estilo Broadway.

Algunas curiosidades:

La protagonista principal se iba a llamar originalmente Madeleine (y su apodo Maddy) e iba a ser una sirvienta de clase baja. Debido a varias críticas que compararon al personaje con una esclava, decidieron hacerle varios cambios.

El nombre original del príncipe Naveem era Harry (como el príncipe de Gales) y el de Facilier era Duvalier (como el difunto presidente-dictador de Haití).