La princesa de Montpensier

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Por el corazón de Francia

Bélica y romántica.

No hay duda de que un cineasta como Bertrand Tavernier es de los más recomendables si uno desea ver un filme francés épico, bélico, en el siglo XVII. Es que, a diferencia de muchos pares, el realizador de Capitán Conan viene de una tradición de cine clásico –lleva en la sangre los westerns y filmes históricos de la época de oro de Hollywood, es fanático de John Ford- que hace que este tipo de relatos tengan un clima más de aventura que de pesado drama de época.

En La princesa de Montpensier , Tavernier hace lo imposible por insuflar vida y acción a un relato que en manos de otro director sería casi agobiante. No logra, del todo, transformar a esta pelea de cuatro hombres por una princesa en el marco de las guerras religiosas en Francia entre protestantes y católicos en un éxito completo (demasiado larga y centrada en reiterativas intrigas palaciegas, una protagonista no tan carismática como para ser tan deseada), pero logra mantener, al menos, “la llamita ardiendo” por 140 minutos.

La princesa... arranca como un filme bélico. La cámara recorre un territorio de batallas y cadáveres. El Conde de Chabannes (Lambert Wilson) entra a una casa y masacra a una familia. Se da cuenta de la bestialidad de sus actos y se convierte en desertor. Se encuentra con el Príncipe de Montpensier, un viejo conocido que va en camino a su boda arreglada con Marie de Mezieres (Melanie Thierry) El Príncipe esconderá al Conde, sin saber que el hombre también se enamorará de su mujer.

Pero hay un problema aún peor: Marie está enamorada de Henri de Guise (Gaspard Uliel), un joven guerrero que la cortejaba antes del matrimonio arreglado. Entre disputas territoriales y regresos al campo de batalla se desarrolla lo que se podría interpretar como una historia por la posesión del corazón de la misma Francia, representada en esta rubia inaccesible, caprichosa y por momentos impenetrable. Con quien decida quedarse –o no- parecerá marcar un destino más simbólico que otra cosa.

Los 140 minutos son excesivos (y verla en DVD, como se estrena, le quita parte del placer visual que Tavernier le otorga), pero de cualquier manera La princesa...

es más ágil y menos pomposa de lo que uno podría imaginar de una novela del siglo XVII de Madame de Lafayette. Sí, claro, tiene algo de “cine de qualité”, pero hecho con el ojo más puesto en la narración cinematográfica que en su origen literario. Algo es algo...