La prima cosa bella

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Celebración de la vida a la italiana

«La prima cosa bella/ che ho avuto dalla vita/ è il tuo sorriso giovane, sei tu». La primera cosa bella que tuve de la vida fue tu sonrisa joven, eres tú. Con este tema, Nicola di Bari salió segundo en el Festival de San Remo 1970. Ya nadie recuerda quién le ganó, ni viene al caso. Su tema es el que sigue sonando. Acá también fue un éxito, en versión original y española, de traducción ligeramente infiel, cantada por su mismo autor.

La comedia sentimental que ahora vemos comienza en Livorno, verano de 1971. La canción está plenamente de moda, el pueblo está de fiesta, y en plena fiesta se elige a la mamá más linda del balneario. Todo hijo sabe que su mamá es la más linda, y está orgulloso. Salvo el de esta historia, amargo desde chiquito. La madre es demasiado linda, demasiado divertida, demasiado llamativa. Y en el pueblo hacen comentarios. El padre también es un amargo, encima carabiniero. El tiene sus cosas, pero no llama la atención. Claro, ¿quién va a mirarlo?

La historia evoca episodios de infancia y adolescencia desde la perspectiva del hijo ya grande, obligado por su hermana a visitar a la madre, que está grande y enferma en un hospital. Enferma de muerte. ¡Pero es la más alegre de la sala! Los enfermos terminales son capaces de amarla, los médicos la aman. Incluso recibe un homenaje semipúblico, de esos que sólo pasan en una comedia italiana. Bueno, una comedia italiana como ésta, que maneja hábilmente la pintura de caracteres, la caricatura pueblerina y la nostalgia, es una celebración de la vida, tiene lindos temas de época, y luce un elenco encabezado por Micaela Ramazzotti, acá de pelo negro, la hoy venerable pero todavía muy atendible Stefania Sandrelli, divina, el chico Giacomo Bibbiani, y Valerio Mastandrea, alter ego de Paolo Virzi, el director, que, oh casualidad, es hijo de Livorno.

Un bonus, la reproducción de una anécdota del rodaje de «La mujer del cura» en esa ciudad, que si no es cierto merece serlo, porque suena italianísima. Su propio hijo interpreta al director Marco Risi en esa escena, y Giovanni Rindi hace de Marcello Mastroianni. Pero nadie hace de Sophia Loren. Demasiado para el director de casting habrá sido encontrar alguien con el ángel de la Sandrelli cuando joven.