La prima cosa bella

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Una comedia italiana con encanto

Una gran actriz Stefania Sandrelli ("Nos habíamos amado tanto") se roba el filme, mientras el actor Valerio Mastandrea no desentona. Hay excelentes actores niños y afiatado grupo de colaboradores. Amor, lágrimas y una suave melancolía neorrealista.

Bruno Michelucci es un hombre con problemas. Ciclotímico, hipocondríaco, pesimista. Dedicado a la enseñanza en una escuela de hoteleria, comienzan a asaltarlo recuerdos que involucran la singular personalidad de una madre inmadura, irresponsable, pero con un gran amor de sus hijos. Poco a poco iremos conociendo esa invasora forma de ser que involucra a toda una familia.

La acción encuentra a Michelucci, recordando episodios de su infancia y adolescencia marcados por la explosiva personalidad materna. Bella, de pocas luces, amante del cine y las revistas del espectáculo, Ana es una permanente optimista, con una notable capacidad de supervivencia, algo así como un Fénix que vive con una sonrisa y una canción, a pesar de todo.

EXTRA DE CINE

Extra de películas italianas, su vida es casi una película donde una sola vez fue dueña de la corona y los agasajados (el premio en Livorno). Valeria y Bruno, los hijos, debieron vivir como pudieron a su alrededor y con sus novios, varios a lo largo de las épocas.

Paolo Virzi construye una clásica comedia italiana a la manera de Scola, Monicelli, De Sica, donde lo humano se impone y lo emocional ocupa el primer lugar. Sus personajes, especialmente Ana son incapaces de triunfar, pero no se detienen en su camino lleno de obstáculos. Como protagonistas de la época setentista, están las canciones de Nicola Di Bari, que a pura calidez acompañan el desarrollo del melodrama. Y como también son canciones que conocimos años atrás, el efecto se duplica.

Una gran actriz Stefania Sandrelli ("Nos habíamos amado tanto") se roba el filme, mientras el actor Valerio Mastandrea no desentona. Hay excelentes actores niños y afiatado grupo de colaboradores. Amor, lágrimas y una suave melancolía neorrealista.