La presencia

Crítica de Facundo Fernández Roldán - Alta Peli

Donde habita el mal.

La Presencia nos presenta un escenario bastante conocido en el mundo del cine de terror: dos personas de ciencia que afirman no creer en nada mas allá de lo que no puedan probar mediante métodos científicos y palpables, que deciden unirse a una persona que sí cree en que existe un mundo que escapa a nuestra capacidad de visión. Obviamente todo esto cambiará cuando sean testigos de que sí hay algo sobrenatural, algo que no se puede probar, pero que existe allí, aunque no se pueda ver.

Antes que nada debemos aclarar algo que es de suma importancia: La Presencia es un film malísimo, una película de terror tan mala que termina siendo absolutamente buena y entretenida, algo así como lo que ocurrió con la cinta vernácula de culto Un Buen Día o el clásico Plan 9 From Outer Space.

Dirigida por Jason Stutter y protagonizada por Laura Petersen, Jed Brophy y Jeffrey Thomas, La Presencia cuenta con una puesta de corte teatral, donde todo se desarrolla en la casa donde mora aquel espíritu maligno. Para deleite de aquellos que disfrutan de producciones un tanto bizarras: cuando los protagonistas se encuentran en la parte exterior de la casa, podemos apreciar como una extraña sensación de pantalla verde invade nuestra retina, algo que llama bastante la atención debido a que es solamente el exterior de una casa.

En el apartado actoral, solamente podemos afirmar de forma taxativa que las actuaciones son horribles: los actores son tan duros como el piso de la casa embrujada y en ningún momento logramos creer que esas personas son policías, científicos o una médium.

Si bien el guion conoce sus limitaciones, no deja de ser un libreto pobre en calidad, pero rico en diversión. Todo esto sumado a una montaje de bajísima calidad, una fotografía bastante mala, pero que cuenta con un final que nos deja pensando: ¿vimos una bazofia o una obra maestra?.

Como dato de color, vale destacar que la cinta está basada en una leyenda urbana sobre una casa embrujada en Otago, una comunidad campestre en Nueva Zelanda. Durante la preproducción de La Presencia, los realizadores de la película decidieron visitar la verdadera casa “embrujada”, y afirmaron que durante su estadía en aquel lugar tuvieron problemas con el equipo de filmación, además de contar con una puerta entreabierta a pesar de tener dos trabas que la cerraban.

Conclusión:
Como dijimos antes, La Presencia es una cinta de terror tan mala que termina resultando buena: pésimas actuaciones, horribles efectos especiales, una pobre edición, un guion que adolece de sentido, y un buen final. Son los ingredientes de un cóctel que terminan brindando 80 minutos de diversión y dejando al espectador con un buen sabor de boca. Si disfrutan del terror falopa, esta es su película.