La posesión de Mary

Crítica de Giuliana Bleeker - Loco x el Cine

El terror a mar abierto, zona de legendarias historias de piratas, tiburones, sirenas y barcos perdidos
en el tiempo, hace una pequeña y fallida reaparición en la pantalla grande de la mano de La
Posesión de Mary (titulada originalmente como Mary), un filme de 2019 estilo clase B que logró
colarse en nuestra cartelera nacional en plena temporada de estrenos tardíos de nominadas a los
Premios Oscars. Dirigida por Michael Goi- cineasta del palo televisivo y conocido por su trabajo
en series del momento como The Chilling Adventures of Sabrina, Riverdale y American Horror
Story- y escrita por Anthony Jaswinski (guionista del thriller náutico The Shallows), La Posesión
de Mary no solo desperdicia a un actor de nivel como Gary Oldman, quien desde su galardonado
papel de Churchill en Darkest Hour (2017) se ha visto maldecido por una seguidilla de thrillers
inconsistentes, sino que arrastra todos los clichés del género en una trama soporífera y floja de
papeles.

El filme presenta a David (Oldman) un capitán marítimo y padre de familia que decide comenzar su
propio negocio invirtiendo dinero en un barco pesquero. Pero el día en que se presenta a una subasta
en el puerto, David se ve seducido por Mary, nombre que recibe un antiguo y extraño velero
alemán que luce la siniestra figura de una mujer similar a una sirena en el mástil. Luego de
comprarlo con el fin de realizar viajes turísticos por la costa de Florida, el hombre convence a su
esposa, Sarah (Emily Mortimer), de dar un primer recorrido hacía las Islas Bermudas junto a sus
hijas, la adolescente Lindsey (Stefanie Scott) y la pequeña Mary (Chloe Perrin), y dos de sus
hombres de confianza. Pronto, los tripulantes comienzan a verse afectados por la presencia de un
ente sobrenatural que intenta desviar su destino.

No hace falta ser muy astuto para intuir que la niña que lleva el mismo nombre del velero será el
principal conductor de los planes malignos de este supuesto espíritu femenino. Sin embargo, desde
un principio se deja constancia de que es este barco de dueño desconocido y vinculado con un
extenso historial de desapariciones el que se encuentra poseído. Una chatarra con vida propia que
remite a Christine de Stephen King, que cautiva y obsesiona a David al igual que el automóvil lo
hacía con el joven protagonista de aquella historia. Lamentablemente, lejos se encuentran los
responsables de esta película de querer profundizar en el drama psicológico de David o alguno de
los otros personajes, ya que aquí todos los problemas son retratados de manera superficial. Ni
siquiera se vislumbra un intento por generar una atmósfera inquietante a partir de todos aquellos
elementos que brinda un escenario tan rico como el mar, con sus múltiples leyendas y seres
mitológicos. En su lugar, deciden recurrir a los típicos sustos fáciles y lugares comunes dentro del
cine de terror, con jump scares previsibles, dibujos amenazantes, puertas que se cierran solas, un
espectro inexplicablemente análogo al de Samara de The Ring y un plot twist que no es más que
una burla para todos los amantes del género.

La Posesión de Mary es una película de tamaña pereza creativa que uno como espectador quisiera
poder entrar en escena solo para rescatar a Oldman de esa pendiente por la que viene descendiendo
su carrera en estos últimos años. Un filme insípido incluso para el público menos exigente y
aquellos desdichados que vayan al cine sin mucha información.