La piel que habito

Crítica de Narciso Vasquez - Loco x el Cine

Muchas características definen el cine de Almodóvar; Irreverente, provocativo, introspectivo y sobre todo controvertido, pero además de esos calificativos es innegable la excelente manufactura del español en su prolífico trabajo.

En su más reciente producción, el cineasta mantiene todos estos elementos, pero aventurándose ahora en un género poco explorado en su carrera, el suspenso; Logrando de esta manera, atrapar al espectador con su ritmo, narrativa, arte y una muy bien lograda banda sonora que se engalana con la presencia de Biuka, una excelente cantante afroespañola.

La cinta La piel que hábito habla de obsesiones, de culpas, de deseos y venganzas, las cuales se nos van descubriendo poco a poco, pero de una forma perturbadora desde el principio y dejando nada en claro, inquietándonos de una manera angustiante, que recrudece con los juegos y saltos de tiempo en el film.

La película nos presenta al Dr. Robert Ledgard un prestigioso cirujano plástico que a raíz de la trágica muerte de su mujer, se avoca a la tarea de encontrar una piel bella e invulnerable, experimentando en secreto con una mujer que tiene cautiva, cuyo encierro y origen comprenden el principal misterio de la historia.

Es cierto que el director se toma muchas libertades argumentales para describirnos como entre prisionero y celador se empieza a desarrollar una variación enferma del síndrome de Estocolmo. Pero con un excelso control del drama, Almodóvar llega a convencernos y obviar todo para enfocar nuestra atención en atestiguar los hechos que llevaron a nuestros protagonistas a un punto catártico donde no hay mas remedio que gritar las verdades, de rasgar las heridas y al mismo tiempo abrir la piel que, para uno es coraza, para otro prisión y para otros disfraz.

La piel que habito es una reinterpretación del mito de Pigmalión y Galatea, donde el creador se enamora de su creación, pero como en toda historia de Almodóvar esa adoración y amor es enferma, mal encausada, pero no por ello menos real e intensa.

Antonio Banderas bien dirigido por alguien que conoce todos sus rangos histriónicos es asertivo y maravilloso, Erika Anaya es, no sólo preciosa, sino frágil, vulnerable, pero además capaz de mimetizarse y cambiar de piel en la película como si fuera un camaleón. El resto del reparto no solo son cómplices y testigos, sino protagonistas de historias veladas que si no merecen mas tiempo en pantalla es sólo porque a estas alturas Almodóvar nos tiene enganchados en una trama que a estas alturas nos ha desollado y despellejado nuestros tabúes, miedos, perversiones y valores.

Debe mencionarse que esta no es la mejor película de Almodóvar pero no obstante, sí la más impactante, por lo que es sin duda, una necesaria recomendación y motivo de amplias horas de discusión y degustación.

Algunas películas no deben ser desmenuzadas para evitar arruinar la sorpresa y esta es una de ellas, donde el clímax amarra al espectador a su asiento, atrapándolo en una piel que nadie más que el director desea habitar.