La piel que habito

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Almodóvar regresa con la precisión de un cirujano

El cineasta Pedro Almódovar arremete con sus obsesiones en una película diferente en su carrera y se reúne, después de veinte años, con Antonio Banderas.

La piel que habito, una historia sobre la identidad, la transformación, la venganza y la espera, está narrada con la precisión de un cirujano y alimentada por varios géneros. En la trama dicen presente la ciencia-ficción, el drama, el policial y el terror, pero también las pasiones desenfrenadas que llevan el estilo de un narrador que salta en el tiempo para contar su historia de locura y encierro.

La acción se ambienta en El Cigarral, una masión aislada (al mejor estilo Frankenstein) donde habitan el Dr. Ledgard (Banderas), un cirujando plástico, y su fiel ayudante Marilia (Marisa Paredes). Allí, incansable, el médico desarrolla una piel artificial con la que podría haber salvado a su esposa que sufrió graves quemaduras en un accidente automovilístico. Doce años después, consigue cultivarla en su propio laboratorio gracias a la terapia celular. Pero necesita a un "Conejillo de Indias", Vera (Elena Anaya) para probar su experimento.

El film está atravesado por el suspenso y da rienda suelta a un juego perverso que se irá construyendo con el correr de los minutos. La piel que habito acierta en los climas (pobre el incauto que ingresa disfrazado en la mansión) y sorprende al espectador más experimentado por el vuelco que da la trama.

Crimen y misterio se conjugan en un eterno juego entre "el cazador y su presa", como si se tratara de un film del italiano Darío Argento, en el que el bisturí y las pinzas están servidas en bandeja.

El sólido elenco encabezado por el actor de La ley del deseo y Atame se completa con las convincentes actuaciones de Marisa Paredes (un rostro inevitable en films de Almodóvar), Elena Anaya, Jean Cornet y Susi Sánchez.