La pelea de mi vida

Crítica de Regina Fallangi - Cine & Medios

Pectorales en 3D

La historia comienza con Alejandro Ferraro (Mariano Martinez) viviendo y boxeando en Colombia, ya que abandonó Argentina hace casi 10 años, luego de haber sido descalificado en una pelea, dejando carrera, amigos y novia atrás. Luego de un incidente se ve forzado a dejar Colombia y volver a su país.
A su regreso, tiene un lacrimógeno y emotivo encuentro con sus amigos y entrenadores de toda la vida. Reencontrándose con su pasado, se entera de que su novia murió hace años, y que tuvieron un hijo, Juani (Alejandro Porro) que vive con su padrastro Bruno Molina (Federico Amador) quien también es boxeador, y campeón de la categoría medianos.
El único papá que Juani conoció es Bruno, y así lo trata; ambos se adoran, hasta que Alejandro entra como puede en la vida de su hijo, se hace su amigo, con la pretención de ganar su lugar como padre. Entonces ambos boxeadores tienen algo más por qué pelear, además del título.
Juani se convierte en el objetivo y sostén de Alex, quien encuentra en su paternidad la razón para volver a pelear, y encaminar su carrera, de tal modo que en muy poco tiempo logra retar a Bruno por el título mundial.
La historia es tan melosa como conocida, y la hemos visto varias veces en películas, telefilms, y novelas enlatadas. Todos los protagonistas son lindos, los hombres tienen biceps lustrosos, y las mujeres están siempre espléndidas, como por ejemplo Belén (Lali Espósito) quien siendo la niñera del pequeño, jamás abandona los vestidos y los tacos altísimos, muy prácticos para cuidar chicos.
La película fluye, técnicamente está muy bien filmada, cada cosa está en su lugar, y el 3D le agrega más emoción a las peleas. Visualmente utilizaron todos los recursos posibles para crear un mundo ficticio, donde los únicos problemas son emotivos y fuera de eso el mundo es un lugar precioso, con hermosas y cuidadas escenografías, todo es lindo y prolijo hasta el hartazgo, las casas, los gimnasios, los colegios y hasta las comisarías.
Las actuaciones son funcionales a este tipo de películas, bastante estereotipadas, el manager inescrupuloso, el entrenador que es como un padre, la madrastra superficial, la niñera buena, el campeón que parece duro pero en el fondo es un padre sensible, y el heróico protagonista que todo lo puede.
A una historia conocida y sensiblera, se le suman recursos estéticos y técnicos, como el 3D, lo que la hace más ágil y atractiva, pero no compensa un guión que no tiene nada nuevo para ofrecer.