La pasión de Michelangelo

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

Los usos de la fe

En el convulsionado Chile de principios de los ochenta, mientras Pinochet seguía en el gobierno, pero ya sin apoyo de la población, aparece un adolescente, Miguel Ángel Poblete, en un pequeño pueblo llamado Peñablanca, que dice poder comunicarse con la Virgen María. Como cada vez que surge un fenómeno así, la movilización de la gente se hace cada vez más notoria, y la Iglesia Católica envía a su “abogado del diablo” a investigar cuánto hay de cierto en este milagro.
Patricio Contreras compone con su habitual talento al padre Tagle, ese sacerdote convocado a utilizar el escepticismo en cuestiones de fe, trabajo que con el tiempo lo ha alejado de ella. La película comienza con su llegada a Peñablanca, y el guión lo toma como eje principal para mostrar el fenómeno del “niño santo” (interpretado por Sebastián Ayala).
Si bien la narración comienza algo lenta, pronto toma ritmo un ritmo más interesante, al abarcar no sólo la cuestión de la fe popular, sino también el uso político que un gobierno en decadencia hace de ella. Los intereses particulares de cada uno de los involucrados, con mayor o menor grado de inocencia, según sea el caso, se van presentando en una historia que va creciendo, como el fenómeno que relata.
Esteban Larraín logra contar una historia verídica sin juzgar a los personajes, pero mostrando los entretelones de la trama gubernamental que quiere aprovecharse del joven y de todos los que depositan sus esperanzas en lo que él dice que ve. También consigue generar algo de intriga en la forma en que la presenta, dejando lugar a la pregunta acerca de qué es lo que realmente sucede con el muchacho, algo que termina atrapando al espectador.
Un filme bien realizado, con buenas actuaciones, y una interesante reflexión sobre la política y la fe.