La parte de los ángeles

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

En las primeras 5 escenas del film sabemos que Ken Loach sigue siendo el mismo director, fiel a sus ideales juveniles de activista comprometido con la causa de los desheredados, y posibles perdedores de este mundo. Su filmografía ha desnudado y denunciado los aspectos probablemente más crueles de la sociedad británica, y su compromiso ideológico y social lo ha convertido en un pionero del cine social, y por ende en un realizador de culto.

Loach fue un enemigo reconocido de las políticas neoliberalistas de Margaret Tatcher, las cuales profundizaron las brechas entre pobres y ricos condenando a miles de familias al hambre, y a la marginación social.

Esta es la historia de un grupo de outsiders que han transgredido la ley de diferentes maneras, y a los cuales se les han asignado trabajos comunitarios como penalidad. En ese ámbito el asistente social jugará el papel de re direccionar sus realidades, dándoles otra oportunidad en sus vidas. Acá el compromiso intelectual y emotivo no pasa por un tema mediado por las convenciones o la retórica de la objetividad, sino que la misma se da por la identificación afectiva con los personajes.

El camino de la cata del whisky será el recorrido elegido por el protagonista principal para crecer, modificar su conducta, e intentar ser feliz.

La parte de los ángeles, – que alude a la parte mágica del proceso de evaporación del alcohol- no es de hecho uno de sus mejores films, más que el drama a los cuales nos tiene acostumbrados, esta es una comedia social, agradable, de corte neorrealista italiano, por momentos infantil, pero con esa cuota necesaria de idealismo, que es la que nos hace identificar su obra, y a sus personajes, sencillos, sin pretensiones, pero con la bonhomía necesaria para llegar hasta el final y sonreír.