La odisea de los giles

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

Tiempo de valientes

"El hijo de puta cuando se levanta y se mira al espejo no piensa que es un hijo de puta" se escucha en una de las escenas claves de La Odisea de los Giles (2019) adaptación cinematográfica del best seller La noche de la usina, de Eduardo Sacheri, y que marca una nueva colaboración entre Sebastián Borensztein y Ricardo Darín (además de su debut en producción con la flamante Kenya Films).

La Odisea de los Giles es una épica película que desarrolla su propuesta mixando aventura, acción, drama y comedia, enmarcándose en el popular género conocido como heist, o, en criollo, película de robos, en la que una vuelta de tuerca permite, además, que ese hecho delictivo sea considerado un acto heroico y de reivindicación para los “giles” a los que alude el título en contra posición a los hdp con los que lucharán durante todo el relato.

Para la película giles somos todos, y en el contexto en el que se desarrolla la propuesta, diciembre de 2001, con el país incendiándose y unos pocos con información retirando el dinero de los bancos pre y post corralito, esa definición potencia la idea sobre el ciclo recurrente de desgracias que la economía Argentina ha sufrido y sigue padeciendo a lo largo de su historia. Giles son los que día a día luchan con cotidianeidades plagadas de injusticias, y en las que siempre llevan las de perder aquellos que en la base de la escala social aspiran a un cambio y al progreso, arremangándose, poniéndole pasión, esmero y dedicación a las tareas asignadas dentro del reparto de roles capitalista. En sintonía con esta idea, al ex jugador de futbol Fermín Perlassi (Ricardo Darín) se le ocurre un plan para reactivar un viejo sueño, el que cree, puede ser concretado por una suma ínfima de dinero.

Tras negociar con los herederos del dueño del lugar, llega a la conclusión que en solitario no podrá comprarlo por lo que aúna esfuerzos económicos con varios compañeros de ruta y de vida, tan disimiles entre sí como cercanos, una empresaria, un ex empleado del gobierno, un marginal, dos hermanos sin futuro, entre otros. En una caja de zapatos comienza a guardar los ahorros que cada uno decide aportar para el cambio y con ellos se dirige, antes de la hecatombe política, social y financiera, al banco del pueblo. Esas voluntades y ahorros, tras una mala decisión de Fermín, terminan en la nada, ya que la crisis de 2001 cierra la posibilidad que puedan recuperar el dinero del banco y con esto, agobiado por la culpa y la falta de horizonte y otros hechos que en su vida acontecerán, Fermín se hunde en depresión profunda.

Pero el resto de los “giles”, interpretados por Rita Cortese, Daniel Aráoz, Chino Darín, Marco Antonio Caponi, Carlos Belloso, Luis Brandoni, reciben una información clave, sobre la pérdida del dinero, la que los hará imaginar un plan para recuperar lo suyo, exigiendo inteligencia, sagacidad, y, principalmente, trabajo en equipo. Es así que impulsado por sus compañeros Fermín avanza en la estrategia de “venganza”, en lo que se convierte una odisea, una épica que permite la rápida identificación con las situaciones que la película presenta y desarrolla.

Sebastián Borensztein se reafirma como un gran director, manejando el vasto elenco con solvencia y dosificando la información en la progresión dramática, colocando en acción a los personajes, a quienes mezcla, los articula para que en duplas, o en solitario, y así configuren el complejo entramado de subgéneros que atraviesan el relato, un film coral que demuestra que cuando hay suma de voluntades, todo es más fácil. La banda sonora, creada para la ocasión, además, y la utilización de temas claves del rock nacional, configuran la atmósfera propicia para que la narración fluya entre humor, ironía, emoción, y desarrolle su propuesta desde el interior hacia el interior.

El heist, por definición, requiere la descripción detallada de los personajes, exigiendo entre ellos un contraste evidente y pronunciado, por lo que el estereotipo se hace presente sin que esto signifique trazo grueso o subrayados, al contrario, el guion los describe con solvencia y respeto, porque sabe también que en la reiteración el verosímil necesario para el relato emerja y con él la emoción, empatía y la identificación.

La Odisea de los Giles emociona, cumple sus premisas y refuerza su compromiso con la novela en la que se inspira, sin dejar de lado su costado político, sumando ideas potentes sobre la amistad, la familia y el valor de la palabra, con logradas interpretaciones, como la de Verónica Llinás, quien hace de mujer de Fermín, figura clave de la historia, presente en cuerpo y alma durante todo el relato. En un momento de quiebre social y político como el que se está viviendo, su mensaje inspiracional y motivador no hacen otra cosa que potenciar un mensaje que subyace en su trama y que bien vendría aplicar en todos los campos: "la unión hace a la fuerza", y si es para luchar con los más poderosos, mejor.