La odisea de los giles

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Cuando perdiste todo, no te importa nada. Esa es la premisa de este grupo de aventureros que un buen día dejan de ser vencedores vencidos para ir por lo que les corresponde. Pero más allá de los dólares que les robaron, ellos van por otra cosa que no se negocia por nada del mundo: la dignidad. Ricardo Darín, Luis Brandoni y Verónica Llinás demuestran talento y oficio en una película a la altura de la novela de Eduardo Sacheri “La noche de la usina”, premio Alfaguara en 2016. El contexto es Alsina, un pueblo chico que se corre por suerte del manido mote de “infierno grande” (algo que se le agradece a Borensztein) para mutar en un sitio amigable donde la solidaridad prima por sobre las miserias. Pero, claro, todo ocurre en 2001, con el ministro Cavallo desafiante en la pantalla y un corralito que paraliza el país. Y los sueños. El de este grupo de vecinos, integrado por lo mejorcito y no tanto de cada casa, era levantar una cooperativa y darle trabajo a mucha gente para que el pueblo no desaparezca. Cuando todos habían puesto hasta el último céntimo de sus ahorros en dólares para el ansiado proyecto ocurrió lo impensado hasta ese momento: corridas bancarias, gente reclamando en la puerta de los bancos y adiós ilusión. Hasta que alguien revela qué ocurrió detrás de la temeraria medida nacional y descubren que un tal Manzi, un tipo poderoso y poco querido, se había robado todo y, es más, lo había guardado en un túnel camuflado en su campo. El motor de la película se activa cuando todos coordinan un plan maestro para llegar hasta ese escondite y recuperar el dinero con el fin de volver a retomar aquel sueño inconcluso. La película tiene mucho del gen argentino, atraviesa la metáfora del gil y el piola, y hasta coquetea con las rivalidades políticas del peronismo/antiperonismo, con lo cual Aráoz y Brandoni se corren del personaje para hacer de sí mismos. El elenco es un hallazgo. Primero por las sutilezas de Ricardo Darín, Luis Brandoni y Verónica Llinás, y después porque el resto jamás desentona, desde el Chino Darín, el villano Andrés Parra, Rita Cortese y Marco Antonio Caponi hasta los hermanos Gómez, representados por Alejandro Gigena y Guillermo Jacubowicz. Estos giles tienen sed de revancha. Y dignidad de sobra.