La odisea de los giles

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Tranquilos habitantes de Alsina, donde nacieron, los Perlassi tienen un sueño. Transformar "La Metódica" en una fuente de trabajo para el pueblo. Esa desactivada acopiadora de granos puede convertirse en un verdadero proyecto comunitario. Y cómo no considerar comunitario un emprendimiento que une a un anarquista, el viejo Fontana (Luis Brandoni), con Carmen, exitosa propietaria (Rita Cortese), un auténtico proletario de nombre Medina (Carlos Belloso) y muchos vecinos más. Gente que aporta sus ahorros para crear la cooperativa que manejará la acopiadora.
Pero la trampa es la fecha: estamos en 2001, todo va a parar al banco del pueblo y el corralito con su incautación de ahorros permitirá que sinvergüenzas como el gerente y el abogado del banco, con engaños, se conviertan en los nuevos dueños de ese dinero que no es suyo.
Y es entonces que, fortalecidos por la desgracia, con el recuerdo de la mayor impulsora del proyecto, la esposa de Perlassi (la estupenda Verónica Llinás), se decide la revancha de los perdedores y el triunfo sobre la injusticia. El plan, cercano a lo imposible, combinará el ingenio, el humor y el absurdo.

LUJOSO PLANTEL
Narrada en tercera persona, como en el libro de Sacheri en el que está basada ("La noche de la usina" es la tercera de sus cinco novelas adaptadas al cine), "La odisea de los giles" es una atractiva comedia. Con algunos toques dramáticos y abundantes secuencias de humor se logra la empatía del público con los "perdedores" y que todos participen de ese "robo por la justicia" que organizan los vecinos.
Lo mejor de la película, los actores, muy bien elegidos para cada papel (el Perlassi de Darín, que trabaja con su hijo Chino Darín, o el anarquista de Brandoni. Pequeña tragicomedia en la que el corralito de 2001 reaparece como un simple disparador de otra estafa, "La odisea de los giles" rehabilita a los perdedores y tiñe la narración con un color cálido y disparatado que lo hace entrañable. Ciertas momentos no desarrollados lo suficiente o alguna que otra obviedad se pierden ante tal plantel de actores y un ritmo ágil que aprovecha para colarse entre los altos decibeles de la música de Babasónicos, Divididos o el inolvidable Spinetta.