La novia del desierto

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Austera y sencillas producción con sutil desarrollo narrativo

Perdidas en la precordillera sanjuanina se encuentran estas dos almas a la deriva, una, Teresa (Paulina García), que está en un lugar de paso y no puede llegar a su próximo trabajo por problemas ajenos a ella, y el otro, es el Gringo (Claudio Rissi), quien sí está donde le gusta estar, de aquí para allá, manejando su motorhome.
Se conocerán de un modo fortuito en el santuario de la Difunta Correa, alguien que es reservada, introvertida y modesta, con su opuesto, una persona amable, relajada, extrovertida y conversadora.
Ellos dos protagonizan esta road movie, una coproducción argentina-chilena, dirigida por Cecilia Atán y Valeria Pivato, es su ópera prima y mantienen la narración en dos momentos temporales, el actual, y medi9ante flashbacks nos van contando los últimos días de la empleada en la casa.
Teresa trabaja en una casa grande en la ciudad, pero la familia decidió venderla, y como no necesitan más de sus servicios, la envían a cuidar a unos parientes que viven en San Juan. Pero, por problemas mecánicos, el micro no puede llegar a la capital provincial y debe esperar la llegada de otra unidad. En ese sitio se cruza con el Gringo, un buscavidas, y los planes que ambos tenían, individualmente se van a modificar de manera sustancial..
La película se centra en el derrotero que realizan ellos, buscando el bolso perdido de la mujer, a bordo del motorhome por el desierto sanjuanino, viaje donde predominan las acciones por sobre los diálogos que son los justos y necesarios porque confrontan la verborragia de él contra la parquedad de ella.
El vínculo entre ambos va creciendo muy lento, pero sin pausa. El objetivo de la protagonista es encontrar su bolso y continuar con su camino. En cambio, pese a que el hombre la ayuda en todo momento, lo que realmente le interesa es ella, lo demás es una excusa para estar juntos.
El relato mantiene un ritmo acorde a la zona donde ocurre la historia, porque es un páramo, con un calor bochornoso, donde abundan los arbustos y encontrar un árbol, es un milagro. La cámara se regodea mostrando con un plano general los paisajes que transita la pareja, y acto seguido, en un plano más intimista, siendo testigos del creciente vínculo entre ellos, los vemos dentro del vehículo o en las casas de los amigos del Gringo.
El film es austero, sencillo, que va adquiriendo una profundidad cada vez más elocuente, como el amor y la atracción que van sintiendo estos dos maduros personajes.