La noche más oscura

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Un re-enactment que exige mucha paciencia del espectador pero lo compensa con una genial protagonista.

Que la adrenalina mueve a la filmografía de Kathryn Bigelow eso nadie lo discute. Esto se nota desde los motoqueros de su primera película, The Loveless; pasando por los surfistas ladrones de bancos de Point Break; hasta el escuadrón anti-bombas de The Hurt Locker, que le permitió alzarse con el Oscar a la Mejor Dirección. Si bien entre el presente título y el anterior de su filmografía hay una conexión de lugar y tiempo, uno no puede evitar cocinar la pregunta de ¿Cómo insertar esa marca distintiva dentro de un relato en el cual las exigencias de su tema dejan poco lugar para esas liviandades genéricas? La respuesta bien podría ser que la adrenalina aquí tiene su lugar, solo que a diferencia de sus títulos anteriores no esta tan enfocada en el riesgo absurdo de la vida en sí mismo, sino que tiene sus raíces en la obsesión.

A continuación, lo que reseño, es la narración que pusieron ante mis ojos; la veracidad, fidelidad o licencias sobre el tema que trata es completamente discutible y por lo tanto es un meollo que debe discutirse por fuera del aspecto cinematográfico.

¿Cómo está en el papel?

Después del atentado del 11 de Septiembre, la CIA da inicio a una búsqueda frenética, que durara toda una década, del hombre más buscado del mundo: Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda. Maya, una agente novata de la CIA, forma parte del equipo que busca frenéticamente cualquier dato, cualquier persona por todo medio oriente que lo pueda llevar con él.

Vamos a dejar en claro una cosa: El título es un documental filmado con las armas de la ficción. Mark Boal, guionista del film, hizo su tarea, y a lo largo de la película queda más que claro lo profundo de su investigación. Pero la película en un todo no es otra cosa más que un re-enactment en el que vemos visual ––o sonoramente–– cada uno de los pasos de la búsqueda. Para dar un orden a todo este desconcierto, Boal separa la historia en capítulos como si de un libro se tratara, y concibe al personaje de Maya, para que el espectador tenga una guía; un rostro humano aunque sea en lo mínimo indispensable, simplemente porque el relato lo exige.

La primera mitad, en la que pasan volando los primeros nueve años de la búsqueda, es en donde está la carne de la película, en la que se nos muestra los diversos métodos de investigación e interrogación; Si, damas y caballeros, los controversiales métodos de tortura son reproducidos en el film. Su segunda mitad, sin embargo cae en una meseta y uno tiene la sensación de que la alargan como un chicle sin ninguna necesidad. Este alargamiento que consiste en las mil vueltas que da el gobierno para decidirse a mandar un equipo a la casa donde supuestamente se encuentra Bin Laden.

¿Cómo está en la pantalla?

El tratamiento documental del film es notorio desde el vamos. Bigelow no solo usa la cámara en mano para adentrarnos en todo momento dentro de la búsqueda, sino que utiliza el sonido para sorprendernos y para empatizarnos con la búsqueda de Bin Laden. Su buen pulso, más que nada a la hora del montaje, consigue sobrellevar en los puntos mínimos e indispensables la meseta que significa la segunda parte de la película. También cabe destacar su sutileza en la resolución del film; no esperen a un Bin Laden brutalmente asesinado como el Peter Weller de Robocop. Bigelow tira los suficientes atisbos para que no hayan dudas.

Llega una época para todo crítico de cine en la cual siente que debe manifestar su apoyo ante algo que la mayoría considera desdeñable. Es lindo cuando descubrís que no estás solo en tu opinión; pero, y a pesar de correr el riesgo que tu buen gusto quede cuestionado, uno debe ser honesto con lo que a uno le gusta aunque no sea lo más lindo del mundo.

Aquí va, yo creo que Jessica Chastain entrega una interpretación formidable. En una película que no tendría ni que destacar por sus interpretaciones, Chastain le saca brillo a un personaje que a primera vista puede parecer desprovisto de emociones o carente de empatía. Lo de la carencia de empatía podría llegárselo a aceptar, pero en la carencia de emociones ahí es donde pongo el pie y digo “No”. El abanico de emociones por el cual circula Chastain a lo largo de la película es de lo más amplio: miedo, rabia, desesperación, frustración y un largo etc. que quedaría mejor explicado diciéndoles que simplemente miren la película. Es cierto, por la naturaleza del guion, este no exige un nivel emocional tan alto de sus intérpretes, pero lo que ella trajo a la mesa definitivamente hizo la película más llevadera.

Es muy sencillo seguirle el paso, emocionalmente claro está, a una neurótica viuda de 23 años, o una octogenaria próxima a la muerte, o a una nena de 6 años sobreviviendo a un desastre de la naturaleza, o a una caritativa madre de familia que tuvo una experiencia similar; si, lectores, estoy apuntando a las nominadas al Oscar por Mejor Actriz de este año, y aunque sin desmerecer a ninguna de las candidatas, que se han ganado sus nominaciones con absoluta justicia, lo de Chastain fue algo mucho más desafiante, mucho más complejo y, por sobre todas las cosas, mucho más sutil en su desarrollo. Toma a un personaje que es una simple guía para que el espectador no se pierda, y tan solo con sus movimientos y sus expresiones le imprime un fondo, una historia y unas emociones a su personaje que el espectador tal vez no esté de acuerdo con ella, pero quiere seguirla hasta el final para ver cuál es el saldo. Es admirable el ejercicio de sutileza que pone en práctica Chastain, porque el mas mínimo exceso hubiera parecido forzado, tirando por la borda la interpretación y por ende a la película entera.

Toda película que se precie de ser buena es sobre una transformación, y gracias a la interpretación de Chastain ––sobre todo en el plano que cierra el film–– esta película consigue ser considerada como tal. No es la mejor película de la historia, y hasta les diría que con el tiempo se va a convertir en una más del montón, pero ningún espectador se hubiera animado a seguir este viaje si no fuera por ella. Bigelow y Boal le deben y mucho.

Conclusión

2 horas y media de película, llevados a suficiente buen puerto por una más que habilidosa directora, que aunque hace un despliegue admirable, ha sabido concebir mejores títulos. Su actriz principal no es uno de muchos motivos, sino que, diría yo, es el único motivo que hace que esta película trascienda antes de caer en el olvido.