La noche del demonio 3

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Una de fantasmas

Logra asustarnos con recursos clásicos y sencillos, sin resignar una bienvenida cuota de humor.

Contrariamente a lo que sugiere el título, La noche del demonio: Capítulo 3 tiene poca relación con las dos entregas anteriores de la saga. No hay necesidad de haber visto el capítulo 1 ni el 2 para entender lo que sucede en éste, el 3, porque se trata de una precuela. Todo transcurre dos años antes que en las dos primeras, donde espíritus malignos atormentaban a la familia Lambert. Aquí la acosada es Quinn Brenner, una adolescente que acaba de perder a su madre y piensa que ella está tratando de contactarla. Pero la realidad es que quien está comunicándose con ella es un espíritu demoníaco.

James Wan, el responsable de las primeras dos películas, aquí sólo aparece en un cameo. Le dejó su lugar al joven actor australiano Leigh Whannell, que hace su debut como director pero no por eso resigna el papel secundario que hizo en la 1 y la 2 y vuelve a ponerse en la piel de Specs, uno de los dos cazafantasmas torpes. El y su compañero Tucker (Angus Sampson) aportan nuevamente el toque de humor necesario para compensar tanto susto. Y son una de las conexiones con el resto de la saga. Otra conexión es la reaparición de la médium Elise (Lin Shaye), una vez más la heroína de la aventura: a ella acuden Quinn y su padre en busca de ayuda.

El mérito de la película es que logra asustarnos con recursos clásicos y bastante sencillos. Es ni más ni menos que la vieja historia de la casa embrujada -departamento, en este caso-, pero funciona. Hay una galería de fantasmas que dan las mismas señales que en los cuentos de espíritus de hace siglos: huellas alquitranadas, apagones inexplicables, ruidos misteriosos. Pero al contrario de lo que podría suponerse, el reencuentro con los viejos y queridos fantasmas de toda la vida sigue siendo espeluznante.

Mérito de Whannell, que se las rebusca para que la historia no tenga gusto a comida recalentada. Cuando usa trucos trillados, como imágenes captadas por cámaras caseras -onda Rec o Actividad paranormal- lo hace con sentido y sin abusar. La noche del demonio: Capítulo 3 no ganará premios a la originalidad, pero, como las viejas películas de terror, cumple su escalofriante cometido con nobleza.