La noche del demonio 3

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

La noche de la precuela

Se debate constantemente si hay o no una especie de terror más preciosa que la otra; si en una película es más noble inspirar temor a través de la historia y la atmósfera que la rodea, o a través de un susto certero. Mucho depende del gusto, pero ambas requieren artesanía. Es tentador desmerecer al susto como un recurso barato, pero como nos dice John Carpenter, “Un susto en una película de terror es como un chiste en una comedia: lo esencial es el timing”.

La noche del demonio: Capítulo 3 (Insidious: Chapter 3, 2015) es puro timing. Es una película en la que, como muchos “videos de miedo” pululando por internet, llama la atención del espectador a un punto focal diminuto o borroso, y en ese instante de vulnerabilidad sorprende con un sonido o imagen repentinos. Nos reímos. Se hace de día. Llega la noche. Repetir. Es un proceso básico, pero requiere mucha técnica, y lo que Leigh Whannell (co-creador de la serie El juego del miedo, aquí debutando como director) carece como escritor lo compensa con una excelente técnica para ubicar la cámara y programar los sustos de su pequeña casa embrujada.

La película hace de precuela de La noche del demonio (Insidious, 2010) y su secuela La noche del demonio: Capítulo 2 (Insidious: Chapter 2, 2013), las cuales seguían el calvario endemoniado de la familia Lambert. La tercera les deja a un lado y se centra en los Brenner, la adolescente Quinn (Stefanie Scott) y su padre Sean (Dermot Mulroney), recientemente enviudado. Quinn desea ponerse en contacto con su madre y acude a Elise Rainier (Lin Shaye), la médium de las primeras dos películas, quien le advierte que “cuando llamas a los muertos, todos te escuchan”. Quinn sufre un accidente, queda confinada con un yeso en la cama y comienza a ser víctima de un demonio pasivo-agresivo que suele saludarla de lejos antes de aparecer detrás de ella y estrangularla.

Todo esto se cuenta con experta técnica, y en la técnica quedamos, porque la historia es la nada misma y podría resumirse en “Quinn extraña a Lilith”, lo cual es lo único que sabemos del personaje y por lo tanto lo único que lo define (al de Dermot Mulroney también). Sobresaliente es la médium, Elise, quien en muchos sentidos es la verdadera protagonista de la trama, la cual funciona en gran parte como una historia sobre sus orígenes. Lin Shaye está excelente y termina robándose la película al demostrar más emoción, más pathos y más cambio que ningún otro personaje. Pero por más técnica que el director domine, nada salva el tercer acto del film, el cual abandona el tono relativamente sutil de la primera parte y desciende en un clímax cargado de acción, volumen e imágenes oníricas a dos centavos la docena.

Así que eso es La noche del demonio: Capítulo 3, una película más elegante y temible de lo que el nombre sugiere, a pesar de una historia que no se dirige a ningún lugar interesante y el mal gusto con el que se la concluye. Y en un mundo en el que se estrenan películas como Líbranos del mal (Deliver Us from Evil, 2014) hay que celebrar las películas de terror que sí encuentran la forma de asustarnos. Sigan debatiendo cuál es la mejor película de terror. La peor es la que no asusta.