La noche de la expiación

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Este segundo largometraje de James DeMonaco ( El estado de la mafia ) fue otro de los fenómenos comerciales recientes del cine de terror de bajo presupuesto en el mercado de los Estados Unidos. A partir de un esquema ya bastante trillado dentro del género (una familia resiste dentro de su casa el ataque de extraños), le agrega en su planteo inicial lo que en principio aparece como un interesante componente sociopolítico: estamos en 2022 y las tasas de criminalidad, desempleo y pobreza han llegado a un mínimo histórico ¿Las causas? Todos los años, durante 12 horas, el gobierno con el apoyo casi unánime de la sociedad avala "la noche de la expiación" a la que alude el título, período en el que están permitidos todos los crímenes. En efecto, los habitantes están autorizados a robar, violar y matar para descargar toda su frustración, su furia, su resentimiento... Así, podrán ser ciudadanos ejemplares los 364 días restantes.

El protagonista es James Sandin (Ethan Hawke), exitoso ejecutivo de ventas de sistemas de seguridad para hogares y ejemplar padre de una familia que vive en un barrio cerrado y que se completa con la madre/ama de casa (Lena Headley), una hija adolescente que está en pleno despertar sexual (Adelaide Kane) y un hijo menor experto en tecnología (Max Burkholder). Pero, claro, las cosas no salen como estaban previstas. Un desconocido afroamericano ingresa a la casa en plena noche y, al poco tiempo, un grupo de jóvenes racistas de clase alta llega para cazarlo. El dilema para James es acuciante: ¿sacrificar al extraño para preservar a sus seres queridos o defenderse (todos están armados hasta los dientes) hasta las últimas consecuencias?

El film arranca con una inquietante mirada a la paranoia burguesa a-lo-Michael Haneke, luego deriva hacia el homenaje a La naranja mecánica (el carismático líder de los invasores parece concebido a semejanza del Alex de Malcolm McDowell), y finalmente cede a la tentación del baño de sangre con excesos sádicos que celebrarán algunos y abrumarán (decepcionarán) a otros. Más allá de la distinta sensibilidad de cada espectador, no se trata de una propuesta del todo desdeñable, pero también es cierto que deja una sensación frustrante. Muchas buenas ideas poco desarrolladas y aprovechadas.