La niña de tacones amarillos

Crítica de Lucia Frank Langer - Proyector Fantasma

Isabel es una niña de 15 años que vive con su madre y su hermano menor en el norte de la Argentina y que solo sueña con ir a conocer la ciudad. La muchacha no tiene el dinero para hacerlo sola y le insiste a su mejor amiga, Sara, para que la lleve con ella la próxima vez que haga el viaje con su padre, pero el plan se dilata y parece que no va a concretarse nunca.

Entonces comienza la construcción de un hotel en el pueblo, e Isabel le da una mano a su madre vendiendo empanadas a los obreros; así conoce a Miguel. A través de su relación, la joven comienza a entender que su belleza puede ser un arma para conseguir lo que desea. Isabel se va adentrando en una relación extraña y asimétrica, un mundo en el que la inocencia es su enemiga y donde los límites y el control sobre su cuerpo y su sexualidad son difusos.

Si existen prejuicios sobre lo que significa vivir en un pueblo, la distancia subjetiva entre la Capital Federal y el resto de la Argentina y las posibilidades de futuro para los jóvenes de bajos recursos, especialmente para las mujeres, esta película los tiene todos. Luján Loioco pone el foco en una problemática existente y real, pero su mirada parece, en un punto, construida sobre estereotipos y caminos ya recorridos en el mundo del cine y la ficción. La historia va avanzando de manera predecible en un terreno donde la soledad de su protagonista define la elección de un camino que, si bien parece más sencillo y rápido, también es el más costoso.