La niña de tacones amarillos

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

BELLEZA NORTEÑA

La construcción de un hotel y spa en un pequeño pueblo (Tumbayá) de Jujuy es el telón de fondo de esta historia sobre el despertar sexual y los deseos de volar hacia otros destinos de la protagonista.

Escrita y dirigida por Luján Loioco, “La niña de los tacones amarillos” pone en primer plano varias problemáticas que enfrentan los adolescentes desclasados del interior del país en cuanto a las oportunidades de un futuro promisorio. Isabel (Mercedes Burgos) tiene 14 o 15 años y sus intereses son los de cualquier chica de esa edad, los ídolos musicales y hablar de chicos con su mejor amiga.

Esa cotidianidad se ve alterada por uno de los trabajadores llegados al pueblo para construir el hotel. Una infatuación primaria, seguida del deseo y finalmente la pérdida de la inocencia conducirá a Isabel a caer en un espiral descendente de sumisión. Y su belleza será un arma de doble filo ante una sociedad machista que la inculpa primero y la expulsa después.

Filmada con un estilo narrativo propio, Loioco demuestra un pulso cinematográfico y una sensibilidad en el tratamiento de sus personajes que pone al filme en un lugar distinto en la cartelera nacional. En este sentido la secuencia final resulta inolvidable.