La nana

Crítica de Josefina Sartora - Otros Cines

El discreto desencanto de la burguesía

Con una demora inmerecida, llega el estreno de La nana, un film de Sebastián Silva que ha recorrido muchos festivales (con premios en varios de ellos) y que ha colocado a Silva y a su actriz, Catalina Saavedra, en las primeras filas del ascendente nuevo cine chileno. Cuando lo vi, en 2009, fue uno de mis preferidos en el Festival de Miami y acababa de ganar en Sundance el premio al mejor drama y a la mejor actriz.

Excelente retrato de la sociedad chilena en el micromundo de laC familia burguesa, La nana analiza el complejo rol que cumple una mucama, quien a lo largo de veinte años ha criado a todos los hijos y ejerce un peculiar poder en esa familia con la que vive, y que es de alguna manera la suya. La relación de mutua dependencia con la patrona, el amor-odio hacia la hija mayor que está haciéndose mujer, el boicot a todas y cada una de las asistentes que le trae la señora, la rutina, su amargura y frustración están impecablemente tratados en un film ágil (rodado con cámara en mano) y por momentos muy divertido, que rebosa humanismo y desarrolla en tono de sátira una crítica social moderada, tal vez un poco liviana.

Hay momentos muy logrados: las tácticas disuasorias ante las nuevas empleadas, la inesperada relación que se establece con una de ellas. Saavedra desarrolla una actuación notable, de una evolución asombrosa. Pétrea, inamovible en su rol, apreciada pero ignorada en la invisibilidad de sus funciones, establece una red de alianzas y rivalidades con cada uno de los miembros de la familia. Pero en ella subyacen sentimientos de inferioridad, tristeza e intensa soledad.

El director conoce muy interiormente esta red social, la mira con cariño y respeta a todos sus personajes. De hecho, Silva se basó en la realidad de su propia familia y sus empleados domésticos para componer el cuadro de Raquel en familia, y la locación es su casa paterna. En ningún momento se llega a plantear profundamente el conflicto de clases, tan rigurosamente divididas en Chile, disfrazando la sumisión de la criada con superficiales muestras de afecto. El valor de la amistad completa la pintura moral. Un film pequeño, pero de grandes alcances.