La nana

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

No es aleatoria la elección del título para esta reseña. En aquel excelente thriller de Curtis Hanson, una escena definía todo el conflicto de aquella película. Durante una cena, el personaje de la amiga de la familia interpretado por Julianne Moore se sorprendía de la introducción de una niñera en el seno familar, y alertaba “la mano que mece la cuna gobierna al mundo”.
Esa frase perfectamente podría transplantarse a La nana, y ahí se terminan las comparaciones con aquel film, ya que esta obra (que data de 2009), va mucho más allá que aquella, profundiza más en otras cuestiones, y hasta podríamos decir que le da otro significado a la frase. Raquel es la mucama de los Valdés, entró a trabajar desde muy joven, y mantiene con ellos una extraña relación simbiótica. Raquel es la que se encarga de todo, sin ella la casa y la familia no podrían funcionar; es más, pareciera ser la única que realmente trabaja de todos ellos. Ella maneja todo, está pendiente de cada detalle, y sin embargo no es más que la mucama.
Uno podría observar la primer escena y directamente abandonar la sala satisfecho, en esos pocos minutos está todo el meollo. Raquel está sola aparte, pero prestando atención a todo lo que sucede; de pronto la llaman para desearle un feliz cumpleaños, le dan torta y festejan, pero toda la escena es tan falsa que uno advierte cómo son las verdaderas relaciones ahí; ella podrá sentirse parte, pero no es recíproco, por más que se disimule.
El director Sebastián Silva pone el foco en este ser que vive al margen y hasta pareciera aceptarlo; una mujer que entregó su vida a una familia que nunca la aceptará como una igual. Raquel es un ser oscuro, ciertamente perturbado, a la vez de encargarse de todo/s y preocuparse, también demuestra cierto resentimiento, y hasta realiza pequeños actos en contra de ellos. Este resentimiento será más profundo hacia la hija mayor a la que podríamos decir que aborrece, pero en un extraño sentimiento casi familiar o maternal. Por otro lado, Raquel se encarga de que nadie se interponga, ella se ha encargado siempre de espantar a las otras mucamas mediante juegos mentales o trampas variadas; repito, es un ser oscuro y complejo.
En un momento, la familia traerá a una nueva asistente, Lucy, que resistirá los ataques iniciales de Raquel hasta convertirse en la única persona que la entiende y se preocupa por ella, pese a que tiene una “ideología” diferente. La nana es varios films a la vez, por un lado tiene una construcción de suspenso perfecta, el clima de tensión va in crescendo y uno no sabe qué es lo que puede pasar en esa olla a punto de explotar, realmente come los nervios, hasta hacerlo insoportable, incómodo; también hay fuertes dosis de comedia negra, ideales para relajar y también para graficar ciertas cuestiones muy duras de tratar de otra manera; y por supuesto hay una alta carga de drama personal y social.
El camino obvio para una película como esta hubiese sido un relato declamatorio sobre las diferencias sociales; y eso está muy presente, pero en medio de un argumento atrapante que deja fluir las cosas sutilmente, por naturaleza, alejado de lo reforzado. La nana no sería lo mismo sin su protagonista, la excepcional Catalina Saavedra, la película es ella, la nana es ella, y logra hacer querible un personaje odioso por varias razones. No suelen llegar a nuestro país demasiados títulos provenientes de Chile, no se entiende por qué se tardó casi cuatro en estrenarlo acá, pero sea como sea, estas pequeñas joyas de la cartelera merecen destacarse y no dejarlas pasar, parecieran ser oportunidades que se dan muy de vez en cuando.