La mula

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Como en "Gran Torino", uno de sus grandes éxitos populares, Clint Eastwood en su papel de Earl Stone es un jubilado y ex combatiente en Corea. El director californiano, fiel a sus constantes temáticas del paso del tiempo, la soledad y el perdón, retoma su preferencia por la acción sin dejar de lado la reflexión.

En la vida real, este Earl Stone de la película se llamó Leo Sharp, el famoso horticultor que culminó su brillante carrera con el comercio de las flores, plantando sus especialidades en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca para el presidente George Bush. Pero su famosa empresa quebró y debió empezar de cero. Entonces apareció un trabajo salvador, llevar y traer encomiendas y la situación mejoró. ¡Cómo no iba a mejorar si la encomienda encubría toneladas de droga y sus patrones eran representantes del cartel mexicano de Sinaloa!

El destacado actor y director ("Río Místico", "Cartas desde Iwo Jima", "Gran Torino") parece, en sus últimas películas, reflexionar sobre él mismo y las variantes en el poder de una sociedad capitalista. Tanto el personaje de Earl Stone como Eastwood fueron en la juventud y la madurez adictos al trabajo y bastante amantes de las señoritas.

La diferencia es que Eastwood se casó varias veces y tuvo ocho hijos. Incluso una de sus hijas es la "Iris" del filme. Así Eastwood como director emprende con "La mula" un viaje de autoconocimiento, que le hace comprender que no hay suficiente protección en el estado de la Gran Nación Americana a la que adora, que le impida terminar en la pobreza en la vejez ante alguna dramática eventualidad. Y algún buen negocio que permita salvarlo es muy difícil que se presente a un señor de casi 90 años, sin crédito.

XENOFOBIA Y MISOGINIA
A pesar de su tufillo xenófobo, Stone trabaja con latinoamericanos malos muy malos, cuya conducta coincide con la audacia de sus tatuajes y cierto tónica de disfraz en la vestimenta. El aprovecha sus viajes "de trabajo" para confraternizar con ellos y jugar su juego. Pero la verdadera historia es que esas horas en ruta son su cable a tierra y sirven para evocar sus descontroles, su egoísta individualismo a lo largo del tiempo. Parece haber una diferencia entre el Earl que sacrificaba una familia por muchos dólares y este Earl que sacrifica los principios que siempre ensalzó por esos mismos dólares que le aminoran las deudas o ayudan a amigos y parientes.

Con una narración simple y el clásico "tempo narrativo" de Eastwood, unos pocos flashbacks, ramalazos de humor muy bien venido y la presencia del Moriarty del octogenario, Stone, un agente de la DEA llamado Colin Bates (Bradley Cooper), se construye un thriller nada sorprendente, pero artesanalmente bien desarrollado y con puntos fuertes en la actuación.

Arrepentimiento, perdón, soledad, mortalidad, pensamientos que rodean la evocación de un pasado conflictivo que involucra una familia perdida y la vaga luminosidad de una nieta que todavía lo admira. Muy buena fotografía la de esta película basada en un artículo del New York Times Magazine (2014) de Sam Dolnick sobre un personaje real, el más eficaz de los vendedores de droga del cartel de Sinaloa.

Clint Eastwood en un papel a su medida se mete en el bolsillo a los admiradores de sus cincuenta películas como actor y director, aunque alguna visión más detenida, no vea con tanta simpatía a este amoral y misógino viejito encantador.