La mula

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Para los seguidores fieles de Clint Eastwood una nueva oportunidad para verlo en acción como director y protagonista, desde “Gran Torino”. Aquí el mismo guionista, no tan inspirado en esa ocasión, es Nick Schenk y la historia se basa en un hecho policial real, la detención de “una mula” un transportador de droga para el cartel de Sinaloa que trabajo durante años, porque su historial como chofer, sin ninguna multa en su vida y su edad, los 90, que lo hicieron, como ocurre en nuestros tiempos, absolutamente invisible para la sociedad. Con este personaje de abuelo “sucio”, tal vez la vejez de su Harry, prejuicioso, egoísta, racista, el Earl Stone de la ficción se parece mucho, demasiado a una reflexión otoñal personal del propio Eastwood que introduce varios rasgos de humor, como que su propia hija, lo sea en la ficción del personaje, a quien  desprecia y no comparte el mismo lugar. Eastwood es minimalista, preciso, casi quirúrgico en el retrato del personaje, conservador hasta la exasperación, pero hombre que se mueve en su ley hasta las últimas consecuencias. Todo lo que le ocurre a este anciano en bancarrota que encuentra una manera de hacerse rico con pocos cuestionamientos morales y una obsesión, lo más obvio de la película, reivindicarse con su familia cuando durante toda su vida solo les regaló su soberana indiferencia. Trabajar para los narcos le permite quedar como un rey para sus amigos y saldar algunas ayudas económicas para sus afectos. Y aunque este hombre sabe que no “puede ganar tiempo” y el discursito de “lo más importante es la familia” es reiterado, Eastwood le da los matices de crueldad y desprecio, de ventajero y orgulloso a su rol. Pasa por noches con prostitutas y aplausos de sus amigos, que lo gratifican más que otras obligaciones como hija, nieta y ex esposa. El estilo y la grandeza del director están presentes en cada escena, y a pesar de la difícil empatía con el protagonista, se gana al espectador con una emotividad que surge aun inesperadamente. Grandes actores en papeles chicos, como Bradley Cooper en una muy buena escena, que nunca le dirían que no a una leyenda viviente, con tal de estar en sus películas.