Mujer Maravilla

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

Desde el primer minuto, con imágenes de dioses volando entre las nubes, Mujer Maravilla alecciona, con el dedo en alto, sobre el desastre sin solución de la Humanidad. Otra vez sopa, piensa uno, con dos horas por delante, en la línea solemne y discursera de las últimas incursiones del universo del cómic de DC en el cine (la ridícula Batman vs Superman, la fallida El escuadrón suicida). Pero lo cierto es que esta nueva apuesta, film entero para la heroína que aparecía como invitada en Batman vsSuperman, lanzado como feminista para los tiempos que corren, logra mejores y más entretenidos momentos que sus precedesoras. En su primera y mejor mitad, la película se detiene en el prólogo, origen de Diana de niña a mujer amazonas, en la isla protegida del mundo que se entrena para luchar, ignorando su verdadero poder. Un derrotero visto y contado, detalles más o menos, en la historia de otros superhéroes, pero aquí con el contexto fantástico de las guerreras a caballo. Cuando un espía americano (Chris Pine) cae en las aguas de la isla, Diana decide irse con él para acabar con el dios de la guerra. Y en esa incursión de una belleza de otro mundo en el de los hombres y mujeres en la Londres de la primera guerra mundial está lo mejor del film, cuando la directora Patty Jenkins y su elenco se divierten y nos divierten, paso de comedia, con los choques culturales e históricos entre Diana (Gal Gadot) y una sociedad en la que las mujeres no entraban a las reuniones de hombres y mucho menos dirimían los problemas a golpes y patadas. Ahí se desarrolla también, con humor blanco y simpatía, el romance entre los protagonistas.

Lo que sigue incluye el avance de un villano muy pobre para la magnitud de la propuesta, una Elena Anaya con el rostro tapado con una máscara como en La piel que habito de Almodóvar (!) y la sustitución de las escenas bélicas por toneladas de efectos especiales macro, al servicio del mismo mantra: los hombres son malos y no conocen la paz, están condenados y no merecen diosas que vengan a salvarlos. Una batalla final que alterna destrucción masiva con filosofada, hiriendo la inteligencia del público de cualquier edad y ya ni parece cine.