Mujer Maravilla

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Este filme aburre, y no se debe a que sea un desacople de tecnología de mala resolución, sino a la inoperancia que se establece con el guión que circula de la ingenuidad extrema al cliché más convencional, con rupturas y elipsis temporales nunca explicadas, por lo que desde esa parafernalia, efectos especiales incluidos, nada cobra sustancia.
Salvo la primera parte del relato, pues en realidad todo es un gran flash back, en el recuerdo de nuestra heroína quien, por supuesto, será la narradora de su propia historia disparada por una fotografía que le llega a su lugar de trabajo en la actualidad.
Todo comenzó en la isla Temisqueira, protegida por del mundo desde la época de Las Guerras del Peloponeso, como mínimo, donde existen las amazonas que durante, “sabe Dios cuánto tiempo transcurrió”, han vivido en paz, sin necesidad de actuar en función de la razón por la que fueron creadas, pero que continúan con su entrenamiento habitual por si alguna vez son “requeridas”. Su misión es salvar al mundo de la influencia de Ares, el Dios de la guerra.
En ese contexto conocemos a Diana de niña, hija de la reina Hipólita (Connie Nielsen) y sobrina del general Antiope (Robin Wright), quienes guardan un secreto inconfesable de la niña (¿ambas rubias ella morocha?), la que es entrenada para continuar con el estirpe de guerreras de las amazonas que no envejecen, salvo Diana que crece y se transforma en una adulta Diana (Gal Gadot), “sabe Dios cuanto tiempo transcurrió”. Pero, ¡Ok!, aceptemos el género del comic, nada explicado ni justificado, utilizando de tres cuarto de hora de película sin hacerlo, para luego desaparecer del relato, y sigamos con las verosimilitudes a un costado.
Todo es felicidad plena hasta que hace su arribo el hombre, consecuencia de haber sido derribado su avión en un combate aéreo cayendo al mar, al ser derribado su avión. Temporalmente ya estamos en la Primera Guerra Mundial y Diana, que nunca había visto un hombre, tampoco un avión, sale al rescate (¿?), salvando de una muerte segura a Steve Trevor (Chris Pine), perseguido por las fuerzas alemanas, identificadas como aliadas de Ares para el raciocinio ingenuo de nuestra heroína. Pelea de por medio para establecer los nexos entre los personajes principales, ambos huyen de la isla hacia el mundo real, donde Ares esta haciendo de la suyas.
La misión, en la que reside la existencia misma de Diana, se ve forzosamente al fracaso, pues eliminar a Ares no alcanzaría, ya que el mal está arraigado en la humanidad toda.
En esa escalada de “misión imposible” van intercalando, de manera estratégica al principio, escenas empáticas de violencia extrema, o de desarrollo del relato, para terminar en un festín de violencia cada vez más recurrente sabiendo que el enfrentamiento final debe darse en algún momento y quien triunfará, aunque ello sirva de poco. Entonces tendremos que esperar el enfrentamiento anunciado, y repetido, con el general Lundedorff (Danny Huston) y su valiosa científica Dra. Maru (Elena Anaya). Pero eso no alcanzará. El Mal tiene mil caras. Mientras esto tiene que suceder, Diana y Trevor deben hacerle frente a la guerra, pero como no podrán en solitario conformaran un equipo de casi invencibles con otros tres mortales, Sameeir (Said Tagthymaoui),, Charlie (Ewen Bremner) y “El Jefe” (Eugene Brave Rock), todo para justificar una de las secuencias más tontas del filme. Escena en la que se exacerba la utilización de los diálogos que explican lo que el espectador está viendo y redundado empática e intelectivamente con una banda musical tan reconocible como repetida, conformando un inmenso estereotipo. Toda la realización está así construida, en esta secuencia del salvataje de un pueblo exageradamente pronunciado
Luego de ese final, que no lo es, volvemos a la actualidad, y hasta el espectador mas distraído “sabe cuánto tiempo transcurrió”, sólo para que veamos nuevamente la foto, que emula a la foto de “Los Intocables” (1987), y saber quien se la envíó.
Nadie duda de la pericia para los rubros técnicos, ni el diseño de sonido, ni la dirección de arte y cinematografía, ni del montaje, eso si, no busquen autoría.
De las actuaciones poco para decir, correctas todas, ver en pantalla y juntas a Robin y Connie es un lujo, Chris Pine cae simpático, y los demás cumplen. La Diana de Gal Gadot no es la misma que la de Linda Carter,, eso queda claro. Que cada uno elija la que quiera. “Dios sabe durante cuánto tiempo” tendremos a Gal en el personaje.