La monja

Crítica de Rosana López - Fancinema

DESESPERANZA MÍA: ENTRE MONJAS Y CURAS ABURRIDOS

Así como con los políticos siempre nos esperanzamos, con los spin off en torno al mundo Warren hay esperanzas que sin embrago no tardan en traicionarse y es que, por el momento, no existe film -y ya sucedió con la penosa franquicia de la muñeca Anabelle con quien La monja comparte al guionista Gary Dauberman- que se desprenda de la familia de la imponente El conjuro y que logre estar medianamente a su altura. Guiones pobres que se reducen a un perfil multitarget sólo con ánimo de taquilleras recaudaciones.

De más está decir la imperante necesidad de hacer expandir esta máquina creada por James Wan, que no sólo no aporta al género sino que lo ridiculiza y le falta el respeto al fanático del terror. Pero claro, hablamos siempre de esperanzas que en La monja quedan inmediatamente dinamitadas. En esta oportunidad es la primera propuesta narrativa de este universo que no está basada en “hechos reales” como las anteriores películas mencionadas, aunque el demonio en cuestión llamado Valak es reconocido en las esferas del ocultismo y sectas satánicas como un poderoso ser con apariencia opuesta a una diabólica monja, que gobierna a otros demonios del Infierno.

Su director Corin Hardy, que ya tiene a sus espaladas otro film infumable de terror Los hijos del diablo (2015) en la que una familia mudada a los bosques de Irlanda se ve amenazada por seres extraños, en esta ocasión no ajusticia la figura femenina de la devota maldita de Cristo que sí supo espeluznar con su presencia en El conjuro 2. Tal vez resultó difícil hacer una historia alarmante que se sostenga alrededor del mítico personaje.

La monja sólo se queda en la superficialidad de sus locaciones y en las limitadas actuaciones de la novicia de turno Taissa Farmiga -hermana de Vera, quien encarna a Lorraine Warren- y el cura “exorcista” Demián Bichir -un actor que parece que agarra cualquier propuesta en cine que se le ofrece, de ahí su filmografía tan incongruente como este presente ejemplo-.

Tampoco vamos a acusar a La monja de ser una total basura en las arcas del género, al menos la salvan los pequeños pasajes que enganchan los estudios que realizaban los Warren en El conjuro o cierta tipografía en los créditos que recuerdan a pelis de terror de los 70’s. Sin embargo, la narración resulta tibia, llena de lugares comunes y sustos predecibles. No se anima a apostar por más y nada tiene que ver a tener a James Wan como “guionista” o falso productor ejecutivo. Lo que lleva a pensar a estas alturas al director asiático como alguien desinteresado, sin una pizquita de corazón que prefiere sólo poner su firma o participar de mala gana. ¿Por celos a que le quiten su corona? Ese sí que es un enigma Warren.

Tal vez los paisajes boscosos de la rural Rumania y una abadía ruinosa ayuden a darle un puntito más al misterio que encierra la historia, pero no alcanza a esta versión que busca homenajear de alguna forma a Drácula según las palabras de Hardy. La monja pasa por los cines dejando un mal sabor que no contenta ni al espectador menos exigente, y a Hardy con la presión del público que busca que su próximo film, la remake de El cuervo, sea más interesante.