La monja

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Aprovechando al máximo la franquicia de "El conjuro", "La monja", es otro spin off sin alma ni preocupación por crear una mínima historia alrededor de los sustos. Cuando en 2013 James Wan incursionaba en el cine de exorcismos con "El conjuro", probablemente no sabía las puertas que abriría a todo un universo expandido sobre esa película “basada en un hecho real”.
No solo hablamos de secuelas, que ya va encaminándose la segunda; sino una serie de spin off sobre algunos personajes que en la película apenas eran mostrados. La muñeca Annabelle ya tuvo dos películas (de resultados como mínimos dispares), y ahora le toca el turno a "La monja", el personaje que ya apareció en "El conjuro 2", y en la escena post créditos de "Annabelle 2". El nombre del personaje ya lo dice todo, un espectro, más bien un demonio, disfrazado de monja, que causa el espanto de los personajes.
Como dijimos, ya la vimos en "El conjuro 2", que hasta nos dijeron que era el demonio Valak, la vimos un poquito más en "Annabelle 2" para saber que estaba en un convento en Rumania ¿Qué más nos queda saber en su película individual?
A la luz de los resultados finales de "La monja", no quedaba nada. Comenzamos con footage, o material extraído de la segunda entrega de la saga, como por si alguno llega sin haber visto la película. La Sra. Warren que presiente la muerte del marido en manos de "La monja", descubre su nombre, la extermina.
Un largo flashback nos llevará hasta Rumania en donde dos monjas, una anciana y una joven, se deben enfrentar a algo que tienen guardado detrás de una puerta. Conflicto, batalla, un poco más de barullo, la monja más joven debe ser la que termina con todo el asunto, pero algo sucede que termina suicidándose… o no, porque eso tiene muy poca pinta de suicidio.
Desde el Vaticano se enteran del suicidio, y convocan al Padre Burke (Demián Bichir), que oh casualidad, trae consigo un pasado en el que un exorcismo le salió trunco. Burke decide llamar a una novicia para que lo ayude a investigar, la Hermana Irene (Taissa “soy la hermana de la que hace a la Sra. Warren pero no digamos nada del evidente parecido idéntico” Farmiga), que parece que tiene alguna conexión sobrenatural, o algo así, no importa; el hecho era poner a un hombre adulto, y a una novicia joven medio pizpireta.
Luego de una secuencia presentación de Irene que parece robada de "Esperanza Mía", ambos viajan hasta Rumania, en donde se encontrarán al campesino que encontró a la monja suicidada. Un personaje tratado con tal desdén que ni siquiera tiene nombre durante buena parte de la película, es simplemente Franchute (Jonas Bloquet), aunque él grite ser francocanadiense.
Este trío forma un team para investigar qué es lo que pasa en la abadía rumana, topándose con otras monjas, que, por supuesto, de espaldas, se parecen mucho al demonio, así que… Nada más, esa es toda la historia de "La monja"; y lo de formar equipo es una forma de decir, porque ni bien lleguen al convento, los tres se van a separar y van a investigar y ser sobresaltados individualmente. Porque a falta de historia, lo que sobran son los jump scares sin sentido.
¿Vieron esos videos de YouTube en los que se muestra una escena de rutina, como un viaje en ruta, o gente caminando por su casa, y de golpe algo interrumpe en el medio de la pantalla? Bueno, "La monja" se siente como una sucesión de esos videos, siempre alrededor del mismo personaje, y la mayoría de las veces abusando del susto falso.
Es cierto, la cinta contaba con la contra de que al personaje ya lo conocíamos, por lo que no habría sorpresa sobre su aspecto. Es más, los primeros diez minutos, nos lo muestran un montón.
Pero por lo menos, pudo tener la decencia de crear una historia alrededor, o poner algo de clima o atmósfera que nos introduzca en el juego. Nada de nada, simplemente exprimir al máximo al personaje. El poco desarrollo de terror que tiene es robado de otras películas menos ambiciosas y más interesantes; el más evidente "Cuentos de la Cripta: La noche del demonio".
Por el resto, el terror clerical, y la figura de una monja para causar miedo no es para nada algo nuevo (hasta hay una película española de Filmax con Belén Blanco, del mismo nombre y mucho mejor que esto), así que también roba de aquí y de allá.
Personajes estereotipados y bastante odiosos (repetimos, Franchute, que encima intenta ser un comic relief, es insufrible), la no historia, y el abuso de los mismos recursos para causar algo de susto (que no es lo miso que terror, un ¡Buh! desprevenido no es lo mismo que clima de tensión, pavor y ahogo permanente); son la moneda corriente de esta película que ya amenaza con secuela propia.
Corin Hardy tiene como único antecedente en dirección la también impresentable "Los hijos del diablo". Aquí se limita a introducir algo de dirección de arte en juegos de colores en contraste y puestas de coreografía (como un cúmulo de monjitas que vistas desde arriba forman una cruz invertida, y cosas así).
Elementos que sin el contexto adecuado son la nada misma. "La monja" es una producto a desgano, pensado con el sólo propósito de ser una película que se tenía que hacer, y sin el más mínimo intento de superar la mediocridad. Cuando en vez de aferrarnos a la butaca, comenzamos a bostezar, y nos alegramos de que sea cortita, es que algo anda muy mal en Rumania.