La misma sangre

Crítica de Laura Brosio - Las 1001 Películas

La fachada de la familia perfecta.

En su tercera película, el director Miguel Cohan continúa en la senda del género policial. En esta oportunidad nos presenta una familia aparentemente sólida y feliz, conformada por Elías (Oscar Martínez), Adriana (Paulina García) y sus dos hijas, Carla (Dolores Fonzi) y el personaje de Malena Sánchez. A partir de la inesperada muerte de Adriana, esa supuesta fortaleza comienza a caerse a pedazos ya que se desata una trama de intrigas y sospechas sin fin. Al mismo tiempo que la casa y el campo familiar están hipotecados, Santiago (Diego Velázquez), el marido de Carla y padre de su pequeño hijo, empieza a sospechar del rol jugado por Elías en el accidente que provocó el deceso de su esposa.

Elías es un hombre desalmado, hosco, con el gesto siempre adusto, obstinado y negador de la realidad. Mientras los hechos le van dando señales que anticipan la tragedia, no hace nada para evitarla, quedando atrapado en su propia desgracia. Carla tiene una reacción similar: cuando Santiago le comenta sus sospechas, se enoja con él y llega a abandonar la casa familiar durante algunos días. Santiago se constituye en el personaje disruptivo de la trama porque su actitud implica destapar la Caja de Pandora, es decir, que la fachada de la familia perfecta explote por los aires y salgan a la luz todas sus miserias y mezquindades.

Entre los tres personajes principales —Elías, Carla y Santiago- se produce un juego muy atractivo y provocador con varias vueltas de tuerca, lo cual logra mantener el interés en la historia. La muerte de Adriana se presenta desde tres puntos de vista: el de Santiago, el de Elías y el de un narrador omnisciente. Como expresó el propio Oscar Martínez, es una película áspera, espinosa, incómoda, que juega con cartas nobles. El guion, escrito por Cohan y su hermana Ana, va trazando una especie de círculo que termina por envolver al espectador. La narración es fluida de principio a fin y no hay lagunas en la trama.

El personaje de Elías le calza como anillo al dedo a Oscar Martínez, en un papel hecho a su medida —ningún otro actor habría sido más apropiado que él para interpretarlo. Hay satisfactorias performances de Dolores Fonzi y Diego Velázquez, un actor proveniente del ámbito teatral que en los últimos años viene ganándose un espacio relevante en el cine argentino. También deben destacarse las actuaciones de los chilenos Paulina García y Luis Gnecco, quien cumple el rol de primo y amante de Adriana. Es muy lograda la escena de la discusión entre Elías y Adriana, que brinda un excelente duelo actoral entre Martínez y García y donde la tensión alcanza su punto máximo. A su vez, merece subrayarse la brillante participación de Norman Briski como el padre de Elías al principio del filme.

En definitiva, se trata de un thriller oscuro, con un guion certero y eficaz que, si bien puede decirse que responde a una fórmula, da por resultado una historia compacta y verosímil con un nivel parejo en las actuaciones y una narración que va directo al grano, sin dilaciones.