La mejor oferta

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

La mejor oferta es la más reciente producción del director de Cinema Paradiso, Guiseppe Tornatore, ese realizador de películas amables, nostálgicas y a veces demasiado sensibleras como Malena y La leyenda del pianista en el oceano (The Legend of 1900). Pero en esta oportunidad Guiseppe deja un poco de lado su costado más pesaroso para sumergirse en un tono de suspenso y thriller con resonancias (en un principio) cuasi Hitchcockianas.

Geoffrey Rush es Virgin Oldman, un misántropo subastador de obras de arte que ha dedicado su vida entera a tasar, comprar y vender desde cuadros hasta esculturas y muebles. En el deliberado ejercicio de vivir a través de su profesión, Virgil se ha convertido en un sujeto bastante desagradable y desinteresado con casi ninguna aptitud social. Pero un buen día conoce a Claire. Y la conoce de un modo muy particular. Claire lo contrata para que tase prácticamente todo aquello que posee en su mansión. Y si consideramos que tasar obras es el trabajo de Virgil en realidad que se cruce con una clienta que requiere de sus servicios no debería ser para nada particular. Pero lo que sí resulta curioso es que en realidad nunca se "cruzan" propiamente. Al menos no en persona. Luego de varias visitas a la casa y otros tantos llamados telefónicos, Virgil advierte que Claire, por algún motivo, lo está evitando. Y la razón es que ella sufre una agorafobia que la lleva a esconderse entre las paredes y cuartos secretos de su hogar, lo cual capta la atención de Virgil que por su parte es un extraño sujeto que a su modo también vive aislado del mundo, literalmente suprimiendo todo contacto táctil con su entorno a través de una inmensa colección de coquetos guantes y largos trajes. Y hasta aquí los ecos Hitchcockianos que pueden llegar a compararse (con todo respeto y salvando las vastas distancias) con Vertigo.

Luego de jugar al misterio de la ocultación, aquello que podría haber sido quizás el punto más fuerte del film, Tornatore decide desnudar (en muchos sentidos) a la agorafóbica Claire. El subterfugio de no mostrar al personaje se termina convirtiendo en una debilidad del guión que logra inclusive desde el trailer adelantar que este recurso no es más que una trampa para mantener al espectador en vilo hasta el punto en que la historia de un necesario giro hacia lo predecible. Y a partir de ahí todo se vuelve un poco más rudimentario avanzando como una pieza más del artilugio que ingenia el director con su ya no tan original guión.

"Siempre hay algo auténtico en todo plagio", ese es el lema de Virgil Oldman. Y cuando todo en esta película de principio a fin nos resulta tan pero tan conocido, resta evaluar si la frase es irónicamente autorreferencial para con la misma cinta. Y en tal caso, ¿qué es lo auténtico u original que tiene Guissepe Tornatore para ofrecernos en su historia?