La maldición renace

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Una de horror con tradición japonesa.

En los años 90’, en Japón, surgía un movimiento relacionado al cine de horror, el J-Horror. Un movimiento que más allá del golpe de efecto se centraba en el terror psicológico, en leyendas urbanas y fantasmas; más específicamente en los Onryō, espíritus que nunca partieron del mundo físico, y están motivados por un sentimiento de venganza. ¿Se acuerdan de La llamada y El Grito? ¿De la temible Kayako tomando una casa y martirizando a todos los que allí viven?

Bueno, debido al éxito y a este modo novedoso de abarcar el terror, Estados Unidos puso el ojo (y el dinero) para realizar varios remakes. La Maldición Renace sería la cuarta entrega de esta serie de cintas norteamericanas, que forma parte de esta saga de tradición nipona. Por lo que el argumento es similar a sus antecesoras, todo surge cuando una mujer y su hijo son asesinados por un esposo celoso; este espíritu en pena se cobrará venganza con todos los que habiten en su antigua casa, y también arrastrarán su maldición quienes allí entren.

Es el caso de una enfermera estadounidense, que trabaja en el país de Oriente, justo en esta casa con fantasmas rencorosos, y se lleva la maldición consigo cuando regresa a Norteamérica. El director, Nicolas Pesce, juega con los flashbacks para viajar en el tiempo y narrar los asesinatos y tragedias causadas por los espectros, para vincularlo en el presente con la protagonista, una investigadora policial que se muda a un pequeño pueblito para rehacer su vida junto a su hijito, después de sufrir la pérdida de su esposo.

La historia tiene un dejo dramático como aporta el horror japonés, son todos seres que han sufrido y sufren mucho… los vivos y los muertos. Pero un guion algo fallido, sumado que no hay una vuelta de tuerca a este tipo de folclore, hacen que la cinta sea una más del motón. Es una pena porque el relato tiene potencial y buenos actores, Andrea Riseborough es muy creíble en su angustia, hasta llega a tener un dejo a la madre de Dark Water de Hideo Nakata.

Entre tanta coralidad de personajes, no se profundiza ninguno de ellos, por lo que también se desdibuja la función narrativa de los fantasmas. Los amantes de la saga no saldrán decepcionados, pero sin dudas es hora de revitalizar este subgénero que tantas satisfacciones nos ha dado.