La maldición de la casa Winchester

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

La flaca escopeta en su laberinto de culpa.

Para la historia norteamericana la palabra Winchester viene asociada en primer lugar a la muerte y en segundo a esa prosperidad capitalista generada a partir de la industria armamentista pero desde la simbología del rifle, elemento que determinó la aplastante victoria de los Confederados en la sangrienta guerra de secesión, cuerpos y rostros anónimos arrancados violentamente de las raíces de la tierra para que sus almas no descansen en paz y busquen venganza tanto con la familia como con los mortales.

Así desde una sencilla anécdota que tiene por marco histórico la referencia al rifle, y a la compañía que lo fabricaba, tenemos por un lado a Sarah Winchester, heredera de ese legado de sangre, quien intenta saldar con los espectros torturados y acechantes esa deuda del pasado. Por otro, a un psiquiatra convocado para declararla insana y así con escasas posibilidades de tomar decisiones respecto a la empresa y su futuro.

El otro protagonista de esta película dirigida por los hermanos Spierig (Jigsaw) no es otro que la casa. Una laberíntica construcción rodeada de habitaciones en la que según Sarah habitan espectros y que ella busca contactar para que abandonen los intentos de prolongar una maldición sobre el apellido. Los laberintos no sólo surgen desde la idea espacial sino también desde la profundidad de la mente y las formas de percepción de lo real. Allí es donde los Spierig desarrollan una serie de subtramas que buscan explotar los códigos del género respetando a rajatabla la dinámica de casa poseída. La aparición de fantasmas a lo largo del metraje es aplicada y prolija pero sumergen al relato en cierto estancamiento y repetición de fórmulas donde una desaprovechada Helen Mirren por momentos queda ridícula, y mucho más ridículo cierto planteo simbólico para justificar una relación entre ella y el psiquiatra que volvió de la muerte al recibir una bala disparada por un rifle Winchester.

Los espejos que deforman también son el elemento dominante en este laberinto y desde el punto de vista conceptual una idea trillada pero efectiva.

En síntesis, La maldición de la casa Winchester no es más ni menos que otra película de fantasmas, gótica, prolija, predecible y malograda.